La dictadura de los grandes
Ya lo he repetido muchas veces, pero por si alguien sigue sin entender por qué los árbitros guardan un pavoroso y absoluto respeto al Real Madrid, el Barça y, circustancialmente, a algún convidado excepcional y de piedra, el pasado sábado, el domingo y el lunes -menos mal que el martes había Champions- diarios deportivos, secciones deportivas de diarios generalistas, emisoras de televisión y programas especializados, no dejaron de repetir las imágenes que invitaban a interpretar como penalti un agarrón de Salva Sevilla a Brahim en el área del Mallorca y un fuera de juego señalado a Casemiro que posiblemente no lo fuera. ¿Alguno de ustedes cree que si estas acciones se hubieran producido, que sé yo, en un Valladolid-Osasuna por ejemplo, se hubiera hablado de ello un solo segundo?. Pues ya les digo yo que no. Y esto, que ustedes y yo sabemos desde hace tiempo, lo tienen muy presente los encargados de dirigir partidos a merengues y culés porque cualquier mínimo error, una simple tarjeta mal sacada o un fuera de banda intrascendente, se magnifica al instante y da la vuelta a España antes que el del VAR siquiera haya reparado en la pantalla. Por eso, entre otras explicaciones, se les pita diferente a los grandes. Sea quien sea el nominado para el próximo encuentro de los de Zidane, consultará tres mil veces si es necesario antes de correr el riesgo de equivocarse en contra de los intereses blancos. Seguro.
Miren, repetiré lo que en cierta ocasión me contó Paco Bonet: «la mayor diferencia entre jugar en el Mallorca o con el Madrid es que con el equipo de la capital no me pitaban falta en infracciones idénticas que si me señalaban en la Isla».