La Federación, los árbitros y la «marca»

«El hijo del sueño» es el primer libro de la trilogía que Valerio Manfredi escribió sobre Alejandro Magno. En él cuenta que en su niñez preguntó a su maestro, Aristóteles, qué era la democracia porque, en sus cartas, el rey Filipo no cesaba de mostrarle su preocupación por los discursos que Demóstenes daba al respecto en las plazas de Atenas. «Tu padre, -le dijo el filósofo-, es rey y por lo tanto hace lo que quiere. Cuando muera, tú serás el rey y podrás hacer lo que quieras. Demóstenes cree que esto es injusto y quien tiene que decidir quién va a ser rey es el pueblo, con lo que, una vez coronado a quien hayan elegido, también hará lo que quiera».

Algo así sucede en la Federación Española de Fútbol donde, con un millón de licencias, empleados al margen, apenas un centenar de asambleistas eligen a su «rey», que no solo ha empezado mal por haber prevaricado según sentencia judicial ahora recurrida, sino porque sus primeros pasos preocupan cada vez más. Antes de subirse velozmente a un avión rumbo a Qatar para no faltar a la cita del Real Madrid en la final Intercontinental y sentarse junto a Florentino Pérez, a quien desea reconciliar con Javier Tebas, presidente de la LFP, ha recordado que el Madrid y el Barça son «marcas» y «hay que cuidarlas». ¿Todavía más?.

José María García, el único que se atreve a hablar aunque sea desde su retiro, no se ha cortado con Vinicius: «»Es maleducado, protestón, gruñón, y si no jugase en el Real Madrid, no acababa un partido de fútbol». Nada que objetar, ni añadir.

El recién nombrado «rey» de Las Rozas, asegura que quiere hacer cambios en el arbitraje pero, eso si, sin relevar al príncipe que los manda y heredero del «rubialismo», Medina Cantalejo, que, en los tres años que lleva en el cargo, no solo no ha emprendido la menor acción para mejorar al colectivo, sino que lo ha empeorado notablemente. Claro que, por supuesto, «cuidando» a los de la «marca». Como debe ser.