La huelga que viene
Fue un visionario o un loco adelantado, pero José Luis Nuñez convenció a la Federación Española de Fútbol para prolongar la liga más allá de las 34 jornadas de que constaba a mediados de los 80’s y se sacó de la manga un play off entre los seis primeros clasificados por arriba y otros tantos por abajo para decidir el título de liga y los descensos. La media docena de los clasificados entre ambos sectores no se jugaba nada. El Mallorca, ya ven, disputó el de la élite y acabó en quinta posición, que es la que se homologa en los anales federativos.
La teoría del empresario catalán y a la sazón presidente del Barça era que si los futbolistas cobraban hasta el 30 de junio, tenían que trabajar hasta la misma fecha o lo más próximos a ella. El invento duró una temporada, la 86-87 del siglo pasado, pero no olvidemos que en el 2003, el Mallorca se proclamó campeón de la Copa del Rey un 28 de junio. Rozando el poste.
Lo que ha llovido desde entonces no ha servido sino para empeorar la situación. El tiempo es el arma del olvido, pero no la del perdón. Florentino Pérez es un aprendiz en comparación a la voracidad de la FIFA y la UEFA, que no solo se han pasado su Superliga por el forro de sus caprichos, sino que han empezado a programar competiciones en mayor cantidad que las representaciones diarias del Rey León durante los últimos 20 años.
En este punto me gustaría destacar cuántas veces hemos llamado la atención desde este blog sobre la saturación del calendario, el empacho de fútbol televisado y el perjuicio que causa a la salud de los jugadores profesionales en detrimento del propio espectáculo. Ahora que Rodri, después de Maheta Molango, FIFPRO, la AFE y otros, ha levantado la voz de alerta y suenan tambores de huelga a nivel mundial de los que se ha enterado hasta El Pais y el mismísimo Javier Tebas con sus barbas en remojo tras el afeitado de su amigo Pedro Rocha, sería prudente que Infantino y Ceferin, los amos del cotarro, dieran un paso atrás antes de que resuene el llanto y crujir de dientes.
Que a los políticos les salga bien ignorar cuáles son los verdaderos intereses y preocupaciones de los ciudadanos, no quiere decir que los reyes del fútbol puedan despreciar a los auténticos dueños del negocio, jugadores y aficionados, usando parecidos estilos y estratagemas.