La liga más manipulada

El entrenador del Eibar, José Luis Mendilibar, siempre me ha parecido uno de los profesionales más rectos del fútbol español. Es el único técnico a quien escuchado inculparse a si mismo de la derrota de su equipo, aquel día el Valladolid, que después de ir ganando con claridad en Son Moix, acabó goleado y humillado. «Solo yo, dijo en rueda de prensa, tengo la culpa de lo sucedido. Me he equivocado». Desde entonces sigo con interés sus opiniones y sus análisis, alejados de todo «postureo» o lo políticamente correcto.

Ha sido el primero en afirmar sin matices ni dudas, que la liga que se reanuda es la manipulación por antonomasia. Y estoy de acuerdo. No es competición noble aquella que termina con unas reglas diferentes a las que regían cuando fue convocada, sea cual sea la causa que, por añadidura, en este caso no es más que el color y el poder del dinero. La gota que colma el vaso es tanto el Real Madrid como el Barça, siempre los mismos, le pidan al Estado los 200 millones de euros que reclaman en base a sus ERTES. Se los darán bajo tácita amenaza como en su día Celta y Sevilla evitaron su descenso administrativo.

Pero volvamos al campeonato. Manipular es permitir que compitan entre si 4 empresas «sin ánimo de lucro» contra 16 sociedades anónimas deportivas. Manipular es disputar 27 jornadas con la posibilidad de 3 cambios por equipo y las 11 últimas con 5. Manipular es jugar 7 semanas con público y un partido cada 6 o 7 días y acabar en 2 semanas a un encuentro cada 3 y sin espectadores. Manipular es programar los horarios según criterios estrictamente comerciales sin tener en cuenta las necesidades deportivas de clubs y futbolistas. Manipular es que ciertos equipos presenten como locales estadios para empezar y tengan que seguir en otros distintos por unas obras que nunca debieron autorizarse sin saber si finalizaría o no la liga. Manipular es designar a los árbitros a golpe de Comité y no por sorteo puro aunque eso si, esto no es de ahora sino de siempre.