La pata coja

Todo parece color de rosa en el Mallorca, pero no lo es. El primer equipo está bien clasificado, si. El estadio queda muy bonito, también. Los dueños anuncian una ampliación de capital de 15 millones para rematarlo, maravilloso aunque cinco de ellos provengan de la venta de títulos del Lluis Sitjar y la incomprensible subvención del Consell Insular de Mallorca. Pero entre tantas buenas noticias hay una pata coja, el Mallorca B.

Cuando se festejaba el ascenso de estos chicos a Segunda RFEF, que no es sino Tercera con otro nombre, se ocultaba la realidad de una cantera mal gestionada, desasistida. Ya lo hemos comentado en anteriores blogs, pero la clasificación del equipo de Julián Robles en posiciones de descenso, que amenaza con devolverlo al punto de partida, hace temer que aquella fiesta termine en funeral.

Y no se trata de militar en una categoría u otra, sino de que, tras el fracaso, se esconde una falta de proyecto, no se vislumbra un futuro, no somos capaces de vislumbrar una adecuada política de fútbol formativo en la que, si alguien destaca, muy pocos, terminan por hacer las maletas ante la indiferencia de los promotores deportivos de la SAD y el desencanto de los aficionados.

Un escalón más arriba, el Atlético Baleares no es que pueda presumir de mucho más, al margen de la publicidad en redes sociales de sus féminas y juveniles. Aunque mal de muchos siempre es consuelo de tontos.

A continuación va un podcast personal que no tiene carácter, tema ni periodicidad fijos. Lo podéis escuchar también en Facebook, Twitter o Spotify. Gracias