La reconquista

El fútbol como deporte se reduce casi a la nada, como espectáculo ha decrecido considerablemente y como negocio sobrevive para unos pocos hasta que haya desparecido su razón de ser, que es su primer y segundo motivo.

El fracaso temporal de la Superliga con la que sueña Florentino Pérez no reside solo en su concepto elitista y excluyente, sino en la amenaza que supone para el control y el poder de la UEFA y, de rebote, la FIFA  que, sin embargo, van cediendo en sus pretensiones. Se han opuesto al desembarco de los fondos de inversión en la propiedad de los clubs y, abiertas las puertas al empuje de la mar, acaban de autorizar que dos sociedades del mismo dueño, persona o empresa, pueden enfrentarse en la misma competición. Ocurrirá ya esta misma temporada y proliferará en las próximas toda vez que los millonarios árabes se disponen a conquistar el fútbol europeo no solo llevándose a sus estrellas a sus ligas, sino comprando cuantos clubs quieran.

El denostado Al Khleaifi, dueño del París Saint Germain, ya se ha convertido en el propietario del Manchester United o está a punto de serlo. El City, el Nexcastle y otros clubs británicos ya dependen de capital árabe, pero la conquista no ha hecho más que empezar. Cuestión de tiempo y, créanlo, no demasiado.