Las cuentas del gran capitán

Sostiene Vicente Moreno, sostiene como el Pereira de Tabucchi, que está convencido de la permanencia del Mallorca en primera división y que a él le salen las cuentas. Tendré que pedirle que me presente a su profesor de matemáticas o el secreto de su extrema confianza, rayana en la fe ciega.

Entiendo sus cálculos, que pasan por ganar los tres partidos de casa al Celta, Levante y Granada y sumar los últimos tres puntos en El Sadar o Reyno de Navarra, que en Pamplona tienen el mismo lío que aquí con Son Moix y el Visit Mallorca. Y no digo yo que no sea posible, pero otra cuestión es que sea probable. No es lo mismo. Pero, claro, al mismo tiempo que sus propias cuentas, tendrán que salirle también las del cuaderno del Eibar, a quien no le otorga más que seis de los dieciocho puntos restantes. O sea que pinche en Ipurúa con motivo de las visitas de Osasuna, Leganés y Valladolid y no consiga ni empatar en Sevilla, Cornellá y La Cerámica, lo cual también es posible, aunque no tan probable. En resumen, que no es factible considerar las cuentas de uno mismo sin tener en cuenta las ajenas. Y ahí está el quid de la cuestión, ergo el problema.

El discurso es lógico. Nadie arroja la toalla a falta de seis jornadas por difíciles que estén las cosas. Tampoco la tiran el Espanyol o en Butarque, que aun lo tienen peor. Es preciso mantener viva la motivación de los jugadores incluidos la de aquellos que saben que dentro de un mes no estarán aquí. La esperanza, virtud que nada tiene que ver con la protagonista de la canción de Antonio Machín que solo sabía bailar cha-cha-cha, es lo último que se pierde.

Para no hundirme en el pesimismo coherente con la situación, recordaré las palabras de Héctor Cúper dos días antes de visitar al Numancia en Los Pajaritos: «vamos a ir a ganar aunque solo sea por orgullo y sin que nos vaya a servir de nada». Pero sirvió, se salvó el Mallorca y bajó el Levante que, atención supersticiosos, viste los mismos colores que el Eibar. Así que, admirado mister, toquemos madera pero dejemos los números.