Entiendo, pero no comprendo
Cuatro partidos, sean del principio o del final, equivalen al diez por ciento del campeonato. Dos puntos de doce no cubren el porcentaje mínimo que permite transitar con calma para encarar la mitad del primer tercio de la liga. Entiendo que el director de fútbol del Real Mallorca SAD, Pablo Ortells, se reconozca tranquilo pese a tan inquietante arranque, pero no le comprendo. Tampoco a Javier Aguirre, que alude a sensaciones en lugar de resultados y pide tiempo, lo mismo que el espectador clama cuando su equipo empata o gana por la mínima y el acoso del contrincante amenaza voltear el marcador. Pero eso ocurre cuando los partidos acaban, no al empezar.
El lenguaje de ambos, ejecutivo y técnico, conjuga con el usado por los políticos de poco empaque, la mayoría a día de hoy. El significado de la misma idea o frase se interpreta en función de lo conveniente huyendo de su sentido literal, sirve igual para afirmar su contenido como para negarlo. Si trasladamos los números al contexto de cualquier jornada, sería como encajar un gol antes de los nueve minutos, pero en lugar de creer que hay tiempo para remontar, ochenta y uno como mal menor, lo que solemos escuchar es que haber encajado tan pronto ha lastrado al equipo el resto del lance.
A pesar del aroma a encuesta de esas en las que uno gana pero ninguno pierde, entiendo lo que ambos personajes tratan de transmitir, pero no lo comparto en absoluto. Sumar supone soltar lastre a medida que ganas partidos y cuando no lo haces las dificultades para que el globo vuele con seguridad equivalen a la carga de la que no te puedes desprender. Consuelo de mallorquinistas es que el Atlético Baleares haya cometido idéntico pecado, pero esa es otra historia.