Leyenda y realidad
En la primera vuelta de la temporada 1961-62, el Mallorca visitaba el histórico campo de San Mamés. Había empezado muy bien la temporada, ganando en los campos del Betis y el Espanyol y en el Lluis Sitjar al Osasuna. Tres partidos sin encajar un solo gol y líder. El cuarto, en Tenerife, ya fue otra cosa. Derrota sin paliativos y a partir de ahí una decadencia que acabó con la dimisión de Satur Grech como entrenador, sustituido por José Luis Saso.
Martín Mora, a la sazón portero titular, cuenta que de camino al estadio le preguntó al técnico cómo tenían que jugarle al Athletic, ya que estaban en el autocar y aun no había charla. La respuesta fue rotunda: ustedes no se preocupen de ellos, en todo caso que ellos se preocupen de nosotros. El marcador reflejó al final un rotundo 3 a 0 favorable a los «leones», que antes de la primera media hora ya iban por delante con sendos goles de Arieta y Uribe.
El pasado sábado me acordé de esta anécdota al ver el comportamiento de los de Vicente Moreno especialmente en el primer tiempo. Tuve la sensación de que Ernesto Valverde conocía mejor a su visitante que al revés. El Barça es una máquina, pero enfrente tenía a un contrincante descolocado, indisciplinado, desubicado y desorganizado, el polo opuesto a lo que ha sido desde la llegada del técnico valenciano.
Ahora mismo Take Kubo es el único futbolista que marca diferencias respecto a sus compañeros. Es pronto para valorar al Cucho Hernández y los aficionados, que suspiran por ver a los tres en la misma alineación, cruzan apuestas en relación al nuevo dibujo que, en este caso, habría que perfilar. Una sola cosa es cierta, Messi se bastó solo para sembrar dudas sobre los dos jugadores más destacados en el primer tercio de liga: Baba y Salva Sevilla.