Los «40» principales (3-1 en Son Moix)
El Mallorca suma los cuarenta puntos deseados que garantizan virtualmente su permanencia en primera división. Un objetivo logrado al remontar con dos goles de Kang-in Lee i uno de Raillo, el tanto de Mayoral en la primera parte que había adelantado a un Getafe materialmente arrollado después del intermedio y queda un solo punto por encima de las posiciones descenso.
ALINEACIONES:
R.Mallorca.- Rajkovic (1), Maffeo (2), Valjent (2), Raillo (3), Dennis (1), A.Sánchez (1), Morlanes (1), Galarreta (2), Amath (1), Kang-in Lee (3) y Muriqi (1).
Al comienzo del segundo tiempo Jaume Costa (1) por A.Sánchez. En el minuto 72, Baba (1) por Morlanes y Dani Rodríguez (1) por Amath. En el 80, Abdón (-) por Muriqi y en el 90, Grenier (-) por Galarreta.
Getafe C.F.- D. Soria (1), Damián (1), Djené (1), D.Duarte (1), Alderete (1), Iglesias (1), Milla (1), Maksimovic (0), Munir (0), Mayoral (1) y E.Unal (0).
A los 67 minutos, G.Villar (0) por Munir, Portu (0) por Damián y Aleñá (1) por Maksimovic. A los 89, Mata (-) por Alderete.
ARBITRO:
González Fuertes (1), de Asturias. Poco árbitro para tanto partido, de criterio desigual y peligrosamente permisivo. Señaló 18 faltas a favor del Mallorca y 15 para el Getafe. Amonestó a Galarreta y Raillo, además de Gonzalo Villar, Alderete y Mata. Tarjeta roja para el preparador de porteros local por protestar desde el banquillo un penalti inexistente en el área visitante.
GOLES:
Minuto 22, Mayoral tira desde fuera del área, la pelota toca la bota de Raillo y se eleva describiendo una parábola por encima de Rajkovic. 0-1
Minuto 56, zurdazo de Morlanes, David Soria repele en una gran estirada, pero Kang-in Lee entra al rechace y marca a portal vacío. 1-1
Minuto 63, Raillo de cabeza a la salida de un córner. 2-1
Minuto 95, con todo el Getafe arriba, un despeje de la defensa bermellona le cae a Kang-in Lee que corre sin oposición durante setenta metros para batir por alto a David Soria en su salida. 3-1
15.687 espectadores
RECTIFICAR ES DE SABIOS
Nuestros textos diarios demuestran que nunca hemos temido por la suerte del Mallorca en el presente campeonato. La victoria a ocho jornadas del final que permite sumar cuarenta puntos, prácticamente certifica el éxito y marca la altura del listón a la que se hará obligatorio llegar la próxima temporada.
Aunque la frase creo que es de Alfonso Guerra, esa de «los experimentos en casa y con gaseosa», más de un entrenador se la debería aprender. No es lo mismo jugar fuera contra el Celta que hacerlo en casa frente al Getafe, lo que obligó a Javier Aguirre a desistir de sus planes iniciales, con Maffeo de lateral izquierdo y Antonio Sánchez en el diestro, posiciones de emergencia que no sirven como norma. El sistema del conjunto de la periferia madrileña no tiene nada que ver con el del representante de Vigo y se parece más al que desarrolla el propio Mallorca que, a mayores, el técnico mexicano ha implantado durante toda la temporada.
Una primera parte sin luz ni taquígrafos, anulados Galarreta y Luis Milla como tales, sirvió para que Quique Sánchez Flores, titular del banquillo rival, concibiera esperanzas infundadas. Su equipo, pertrechado para la resistencia y cosido con hilo excesivamente fino, aguantó cuarenta y ocho minutos sin viento ni marea que le molestara y la fortuna de un gol de rebote en el único tiro a puerta que intentaría en todo el encuentro.
Si rectificar es de sabios, reconocer los errores es la mejor manera de no repetirlos. La meditación trae la calma y el Mallorca retomó sus raíces después del acto de contrición de su entrenador durante el descanso. Maffeo pasó a su espacio natural, Jaume Costa apareció en el suyo, Kang-in Lee se quitó el agobio y Galarreta puso el interruptor en modo «on», Raillo impuso orden y carácter, marcó la línea roja a partir de la cual el enemigo no tenía pasaporte y las costuras del cuadro capitalino empezaron a ceder hasta saltar por los aires y dejar sus flaquezas al descubierto. Cuando, ya en desventaja, los azulones, ayer de un innecesario color pistacho, quisieron empezar a jugar en lugar de solo impedírselo al anfitrión, ya era demasiado tarde y el coreano, con el tiempo y la misión cumplidos, remató la faena con el definitivo descabello.