Los trapos sucios
Apenas han transcurrido dos semanas desde leí a un aficionado anónimo razonar la causa por la qué se confesaba simpatizante del Mallorca. No me llamó la atención por su procedencia, no era mallorquín, ni residente, ni siquiera de nuestro archipiélago, sino al esgrimir unos argumentos muy simples y dignos de ser escuchados.
Mi desconocido colega escribía que el de Arrasate es el único equipo de primera división que consigue los mismos resultados sea cual sea su alineación. «Juegan sin Raillo y ganan igual, sin Samu, también y no han añorado a Muriqi ya estuviera lesionado o sancionado». No es una transcripción literal, pero más o menos fue así.
Vista la calamidad desatada en Pontevedra y ante el tímido e inaceptable mea culpa del técnico, que espero haya sido muy distinto de puertas para adentro, llegué a la conclusión de que al autor del planteamiento expuesto unas líneas más arriba, le falló la suma. Sin cada uno de los futbolistas puntualmente ausentes, el conjunto no se ha resentido, pero sin los tres de golpe, esta casa es una ruina, parodiando a la película de Richard Benjamin protagonizada por Tom Hanks.
Ramón Perpinyá París, amigo y mallorquinista, habla en un «post» de una «planificación penosa» y cita en su lista negra a Valery, Chiquinho, Asano, Van der Heyden y Mateu que señalan con dedo acusador y sentencia culpable al director de fútbol Pablo Ortells, Saulo en términos bíblicos. Se queda corto. Ni están todos los que son, ni son todos los que están, cual afirmaban en una taberna de Bollullos del Condado (Huelva) y los trapos socios no solamente se lavan en el vestuario, sino también en planta superior. A quien da lo que puede es inútil exigirle más. Lo malo no es la derrota, ni siquiera a manos, pies en este caso, de un anfitrión cuya plantilla no cuesta ni la mitad de lo que se le paga a algunos de los jugadores del Mallorca, sino la indignidad de su comportamiento.
Ganar o perder viene, a veces, como consecuencia de circunstancias accidentales, pero la forma en que haces una cosa o la contraria es lo relevante.