Maletas con ruedas

Albert Camus, premio Nobel de literatura en 1.957 y autor de obras tan conocidas como El extranjero, La Peste, Calícula y algunas más, jugó de portero en Argelia, donde nació, para reconocer años después que todo lo aprendido sobre la vida se la había enseñado el fútbol. Murió tres años después, en 1.960 y más de medio siglo más tarde hay poca gente del fútbol que haya aprendido de la vida. Lamentable, aunque no excepcional.

El trasiego de entrenadores que hemos vivido esta temporada en Baleares – Carcedo en Ibiza, Calm en el Estadio Balear y Luis García Plaza- no han hecho sino confirmar los cánones clásicos en estos casos. Primero el rumor, después el cese, la despedida sin examen de conciencia, -todos convencidos de su capacidad para seguir- y la carta del adiós a esos aficionados agradecidos y entusiastas que al día siguiente felicitan y se fotografían con los sustitutos.

Los dueños del Mallorca, en sus escasas apariciones, siempre se declararon en contra de los cambios de técnico. Pues menos mal, porque llevan seis, a uno por año, desde Vázquez hasta Javier Aguirre, pasando por Olaizola, Sergi Barjuan, Vicente Moreno y los dos últimos, el saliente y el entrante. De los que llevan en la Via de Cintura mejor no hablar, perdemos la cuenta. Más allá de la oportunidad o necesidad de tomar estas decisiones, menos frecuentes en otras ligas como la Premier o la Bundesliga, no es un buen síntoma en cuanto a organización de club. Cuestan dinero pues hay que pagar tanto al que se va como el que llega y no siempre salen bien, aunque para eso hay que esperar,