Mallorca y Atletico Baleares en paralelo
Enemigos íntimos cuya rivalidad duerme en la distancia que separa las categorías en que cada uno milita, las vidas del Mallorca y el Atlético Baleares recorren líneas paralelas sin cruce posible en el enclave de una sociedad equidistante en la indiferencia y desequilibrada numérica y socialmente.
Los dueños americanos del inquilino de Son Moix copan la mayoría accionarial del club que garantiza su paz interna, atienden sus compromisos económicos, han reformado y embellecido el estadio municipal que explotan, no así el equipo, tienen invertidos unos sesenta millones de euros y soportan una masa social más o menos estable sin visos de alcanzar un status superior ni en el terreno de juego, ni en su capital o presencia institucional.
El propietario alemán del Atletic no da cuentas más que a si mismo, paga religiosamente a empleados y jugadores, ha restaurado el Estadio Balear, sobrado de plazas, no ha mejorado la plantilla ni sus resultados, se ha gastado veinticinco millones de euros a fondo perdido, según su propia confesión, tras advertir que no puede continuar con la misma proporción de desembolsos y apostar por unos jugadores que «jueguen peor pero corran más», sin haber logrado crecer ni cubrir sus objetivos deportivos o sociales.
Establecidas así, de forma general, ambas memorias, la pregunta, que adquiere tintes de conclusión, es si tanto los de Canamunt como los de Canavall dan para mucho más de lo que son o si realmente existe en la mayor de las Islas Baleares, capacidad, voluntad y solidaridad para algo más. La nacionalidad accionarial de ambas sociedades anónimas proporciona algunas pistas para resolver la ecuación, así que disfrutemos del circo mientras dure.