Más equipo y menos cemento
Los jugadores del Mallorca han somatizado una idea de juego, un dibujo, un esquema, un estilo que generó una autoestima basada en los resultados que, pasando por encima de encopetados como el Real Madrid y el Atlético, se ha convertido en su zona de confort anímico, psicológico y clasificatorio hasta el punto de que no se atreven a cambiar ni ellos, ni su técnico. O no saben.
En relación al último partido se equivocan quienes comparan el banquillo local con el visitante, ya que los habituales inquilinos de este último estaban en el campo. Esto fue lo peor. Sin embargo la problemática no se limita a un encuentro, sino a la lectura de la línea conformada por una trayectoria acumulada y descendiente.
Aguirre apostó por el único sistema que, en su opinión, podría explotar con éxito y lo ha conseguido hasta aquí. Pero nada es eterno y cuando los rivales han encontrado la manera de aislar y vigilar a Muriqi, el único recurso ofensivo en uso, el castillo de naipes construido con naipes de calidad limitada, se ha venido abajo.
En este vestuario se concitan cinco, ¡cinco!, defensas centrales. Juegan solo dos. Tienen que ser muy malos para que, finalmente, un lateral, Gio, haya tenido que ocupar dicha demarcación. Un mensaje de desconfianza que se transmite al grupo equiparable al que refleja el empeño en no dar el menor descanso a determinados futbolistas como si fueran intocables o imprescindibles.
Cuando las costuras se cosen con hilo tan fino como frágil, el tejido se deshilacha. El uruguayo, Baba y Copete son bajas seguras para Valladolid, a las dos de la tarde en plena festividad de Pascua (¡olé Tebas!) y el crujido en la línea más segura, la defensa, lo tendrán que reparar precisamente aquellos con los que no cuentan. Ojalá se recupere Valjent, pese a que su nivel ha decrecido notoriamente y jamás se ha entendido con el lateral de su lado, Maffeo, más carrilero que defensor.
No es preciso ni aconsejable caer en el alarmismo, pero tal vez haya llegado el momento de trabajar en alternativas, más arriesgadas o no, lo ignoro, pero diferentes en cualquier caso. Está muy bien eso de poner cerchas, lucecitas, cubrir la grada y distribuir maquetas para ver cómo quedará el fondo norte de Son Moix, restaurante incluido. Cabe esperar que con mejor calidad y servicio que la de los bares en curso. Pero el fútbol se construye desde el campo y la dictadura del resultado es la que gesta todo lo demás. No es, por lo que parece, la idea prioritaria de la propiedad.