Memorias de insensibilidad
La insensibilidad de la Federación Española de Fútbol y de la Liga de Fútbol Profesional al no suspender o, mejor dicho, aplazar la jornada de liga del pasado fin de semana salvo aquellos partidos donde debían competir equipos de la Comunidad Autónoma de Valencia, no se diferencia de la que mostraron la FIFA y la UEFA en circunstancias paralelamente dramáticas, aunque incluso de mayor efecto.
El 11 de septiembre del 2001, cayeron las Torres Gemelas de Nueva York unas seis horas antes de que el Mallorca debutara en la Champions League por primea vez en su historia, recibiendo en Son Moix al Arsenal de Arsene Wenger, que cayó por uno a cero al transformar Engonga un penalti. Fueron postergados los encuentros programados para el día siguiente, pero nadie en Suiza, sede de la UEFA, tuvo la cintura suficiente para detener las confrontaciones de la fatídica fecha aunque había tiempo para ello. Como anécdota digamos que, a pesar del atentado, presenciaron le efemérides unos 22.000 espectadores y el Mallorca, alineó a Leo Franco, Olaizola, Nadal, Niño, M.Soler, Engonga, Marcos, Campano, Ibagaza, Luque y Etoo.
Otro fatídico 11, en aquella ocasión de marzo y en el 2004, la plantilla mallorquinista desayunó en su hotel de Newcastle con las impactantes imágenes de los trenes atacados en la madrileña estación de Atocha que causaron 191 muertos y más de 2000 heridos. Era la Copa de la UEFA y los equipos españoles, Mallorca incluido, fueron obligados a disputar sus compromisos. Barcelona, Valencia y Villarreal tampoco fueron exonerados y el duelo se saldó con un minuto de silencio antes de comenzar el juego. Robson, que había ocupado el banquillo del Barça, entrenaba a las «urracas», mientras que Luis Aragonés alinéo a Leo Franco, Cortés, Lussenhof, Niño, Edu Moya, Campano, Nagore, Colsa, Nené, Etoo y Correa, que marcó el gol del honor frente a los cuatro encajados en una mala y fría, muy fría, noche en el norte de Inglaterra.
Memoria de tristes jornadas, de muchas familias destrozadas, de luto y vergüenza que, como ahora, marcaron para siempre nuestros corazones, los de la gente, los del fútbol, no de los que lo organizan.