Nada que objetar

Superado el primer tercio de liga y a cinco jornadas de su ecuador, el Mallorca ha presentado claramente sus credenciales, nadie le ha regalado nada y aunque ha podido estar en algunos partidos mejor y en otros regular, no ha hecho ninguno malo, ha encajado solamente tres goles y únicamente ha caído ante el Rayo Vallecano, pero ninguno de los de arriba le ha podido ganar, ni el Espanyol, ni el Sporting, ni el Almería y, bueno, queda el duelo con el Leganés en Butarque como máximo escollo antes de que finalice la primera vuelta. Nada que objetar.

Tampoco, como insinúa Vicente Moreno, creo que haya recibido grandes favores arbitrales. Puede que haya salido ganando en alguna jugada dudosa, por ejemplo en Cartagena, pero no claramente parcial. Es difícil que los árbitros resuelvan a favor de los modestos en caso de indecisión, en Primera ni soñarlo y en Segunda, tampoco. Los de Luis García Plaza han llegado hasta aquí por méritos propios, con una retaguardia invulnerable y una eficacia artillera menos brillante pero suficiente en base a los recursos que tiene. Y aunque la competición se hace muy larga, a estas alturas ya ha rellenado la solicitud de ascenso.

Si ignoramos el paréntesis del añito en el cielo, media una diferencia importante entre los planteamientos de la temporada 2018-19 y la actual. Aquel equipo, que tampoco podía presumir de un gran ataque pese a la presencia de Budimir, defendía de medio campo hacia atrás. Ahora lo hace desde tres cuartos, al estilo Cúper el primer defensor es su futbolista más adelantado, lo cual incide indudablemente en el buen rendimiento defensivo, el mejor de la categoría en estas primeras dieciséis jornadas.