Ni «entente», ni «cordiale»

No cabía esperar el menor avance de la reunión entre los entrenadores, el del Mallorca no fue, y los árbitros. No podía ser de otra manera si al empezar el cónclave se supo que uno de estos últimos, De Burgos Bengoechea, había sido advertido por explicar a Bordalás, del Getafe y a Sergio González, del Cádiz, su decisión de expulsar a Djené por doble amarilla sin pitar penalti, por un manotazo del zaguero azulón a un contrincante en el área pero sin estar el balón en juego.

No es la mejor idea ir a dar explicaciones a quienes les dices que no se las debían haber dado. Sobre todo si te olvidas del colega del VAR, Hernández Maeso en este caso, que no tenía que intervenir precisamente por no haberse puesto la pelota en movimiento ni al tratarse de una tarjeta amarilla, aunque fuera la segunda como, en cambio, si sirvió de excusa para no rectificar por la misma causa, segunda amonestación, la expulsión de Mascarell en el campo del Betis, descargando la responsabilidad del doble error sobre el Comité de Competición cuando ya no hay remedio.

Hasta Luis Medina Cantalejo, presidente a dedo del Comité Tecnico de Arbitros por los bemoles del defenestrado Luis Rubiales, tuvo que reconocer que el encuentro entre sus discípulos, ¡menudo maestro!, y los oyentes convocados, no sirvió para nada. ¿Por qué?. Muy sencillo, porque confundir o no ver donde termina la calzada y empieza la acera puede ser un simple error humano, pero no distinguir una calle urbana de una autopista es difícil de justificar.

Entre los asistentes hubo quien abandonó antes de hora. Había poco que añadir y menos que escuchar. El problema, drama, tragedia excede la consecuencia de una infracción no sancionada o la concesión de un gol antirreglamentario. En paralelo quienes abandonaban otro despacho cercano, el de la Junta Directiva de la Real Federación Española de Fútbol, eran los presidentes del Real Madrid y el Barcelona. Siempre hablan quienes más tienen que callar. Como decía el Gran Capitán, don Gonzalo Fernández de Córdoba, o a él se lo atribuyen: «a enemigo que huye, puente de plata».