Ningún proyecto, solo una obsesión

Sin duda hay quien le dará mucha importancia a eso que llaman pasar a la historia. Yo, particularmente, no le doy demasiada o ninguna. Si acaso permanecer en el recuerdo de mis seres queridos y ser merecedor de su comprensión y perdón. Como me dijo en cierta ocasión José Francisco Conrado de Villalonga: «quienes te conocen saben cómo eres y a quienes no te conocen, no les importa».

Mateu Alemany ya es historia en el Valencia, no sé si del Valencia. Eso lo sabrán él, Marcelino García Toral y pocos más. Peter Lim desde luego que no. Todo lo que sabe el andritxol lo aprendió como director general del Mallorca, primero con Miquel Contestí, luego con Antonio Asensio Pizarro. Luego ya su segunda etapa, tras la caida de Vicenç Grande, fue distinta.

Lo que en el fondo me hace gracia de esta última relación, auspiciada en su día por Javier Tebas, compañero de fatigas en un fallido asalto a la antigua Federación de Angel Villar, es lo que se ampara bajo el paraguas de la palabra proyecto. En el mundo del fútbol no existe tal cosa, sino un único objetivo: jugar y ganar partidos. Recuerden a Luis Aragonés: «ganar, ganar, ganar y volver a ganar». Y para eso son buenos todos los proyectos, todos los modelos, todos los dibujos, todos los sistemas de juego que conduzcan a débiles y poderosos a la meta de esta obsesión. Alemany lo sabe, aunque no siempre lo ha conseguido, pero en Singapur no tienen la menor idea.