Otro punto in extremis (1-1 en Mendizorroza)

Peligró el empate del Mallorca en Mendizorroza tras desaprovechar varias ocasiones en la primera parte, cuando fue superior, y decaer física y mentalmente en la segunda. Benavides inauguró el marcador de cabeza ¡en un córner! a los 76 minutos y Nastasic rehizo la igualada en el 87 al resolver un barullo cerca de la portería local a partir de una dejada aérea de Muriqui que acabó rematando el central.

ALINEACIONES:

C.D. Alavés.- Sivera (1), Gorosábel (1), Aqbar (1), R.Marín (1), Javi López (2), Guevara (1), Blanco (1), Sola (1), Guridi (0), L.Rioja (1) y Omorodion (0).

Minuto 59, C.Vicente (0) por Sola. Minuto 71, Kike García (1) por Omorodion y Benavides (1) por Blanco. Minuto 84, R.Duarte (-) por L.Rioja y Tennaglia (-) por Gorosábel.

R.Mallorca.- Rajkovic (1), Nacho Vidal (1), Valjent (2), Nastasic (3), Copete (1), Lato (1), Mascarell (1), Morlanes (1), Sergi Darder (1), Radonjic (1) y Muriqi (1).

Minuto 59, Gio (1) por Nacho Vidal y Larin (1) por Radonjic. Minuto 83, Llabrés (-) por Morlanes y D. Rodríguez (-) por Copete. Minuto 90, Samu (-) por Sergi Darder.

ARBITRO:

García Verdura (2), del Comité de Catalunya. Dejó jugar bastante y no tiró de tarjetas para imponerse. Acertó en las reclamaciones que no atendió en ambas áreas. Anuló un gol a Larin en las postrimerías por mano evidente. Mostró una única tarjeta amarilla, a Nacho Vidal y la roja por doble amarilla a Luis García Plaza en la jugada del gol visitante.

GOLES:

Minuto 76, Rajkovic cede un saque de esquina preventivo, en un balón trompicado que iba muy cerca del poste aunque no por el interior, y a su lanzamiento Benavides aprovecha un error de marca entre Copete y Lato para cabecear junto al poste. 1-0

Minuto 87, Dani Rodríguez bombea un balón pasado que parece se va a perder, pero Muriqi toca de cabeza al interior del área pequeña donde, entre zagueros y atacantes, Nastasic logra conectar fuerte desde muy cerca. 1-1

SI NO PUEDES GANAR, AL MENOS NO PIERDAS

El Mallorca lució dos caras, una en cada tiempo, las mismas que Javier Aguirre al declarar en rueda de prensa que nadie había hablado de la Copa en toda la semana, para después alinear un once rotatorio con la mitad de sus titulares en el banquillo. Y la verdad es que, con Morlanes y Sergi Darder en plan jugón y un Radonjic peligroso y veloz, aunque errado en la boca del gol, no habíamos visto fuera de casa tanto gusto por el buen juego ni crear tantas oportunidades que, lamentablemente, no se aprovecharon.

El Alavés, que no tiró a portería más que una vez en todo el encuentro, ya en la segunda parte en una falta directa, fue sometido por un contrario a ratos desconocido, que controló el centro del campo, desoló literalmente al «coco» Omorodion y que no se adelantó en el marcador porque su hombre más incisivo se mostró demasiado generoso ante la meta de Sivera. Echamos de menos, en todo caso, algo más de velocidad colectiva y movimientos de ruptura que, de otro lado, tampoco es la especialidad del correoso Muriqi.

Pero igual que ya ocurrido en anteriores jornadas, el entramado comenzó a dar síntomas de desplome al regreso del descanso. Sergi Darder denotaba cansancio, sino agotamiento, y Morlanes había desaparecido. Los babazorros, aunque sin crear peligro, tomaron el mando hasta que rompieron el muro defensivo que hacía inútiles sus escarceos por las bandas en una acción impropia de la habitualmente contundente zaga bermellona. Kike García había suplido a Omorodion, borrado del campo por un Nastasic imperial y la réplica fue la retirada de Nacho Vidal por Gio y, lo peor, la sustución de Radonjic, quizás sin el mismo fuelle que antes, por un Larin de características distintas y también distantes.

En medio de tales disquisiciones el Alavés obtenía un premio inmerecido en la inesperada acción ya descrita. El guión apuntaba más a un empate sin goles. De haberlos merecido, el Mallorca se había hecho más acreedor, aunque solo en el periodo inicial. Fue entonces, como siempre a remolque, cuando Aguirre tiró de épica, prescindió de la defensa de cuatro, del medio de cierre y se encomendó al rugido del «tigre». Su garra y el «ojo» del «pirata» terminaron por provocar la reconquista de un punto que hubiera sabido a poco a los 45 minutos y que sonó al alivio de un soplo de oxígeno que mantiene la respiración del asistido.