Pasados de rosca

Por si la Justicia no tuviera ya bastante trabajo, creciente politización, precarios medios y escaso personal, solo faltaba que tuviera que resolver demandas o recursos de los clubs de fútbol como el que interpuso el Barça para conseguir que Lewandosky jugara contra el Espanyol pese a su sanción de tres partidos y atendió un juzgado con mayor celeridad que la dedicada a los litigios acumulados que afectan al propio presidente de la Federación, Luis Rubiales.

El Espanyol, que además de anular al polaco, tan imprescindible no sería, arrancó un empate sorprendente en el templo de Laporta, que ya no es del barcelonismo, en pleno show de Mateu Lahoz, del que habrá que hablar y no poco, ha interpuesto una demanda ante el organismo deportivo competente por alineación indebida, si bien cara al futuro tengamos que ir pensando en trasladar el Comité de Competición a sede judicial y no federativa. De esto a decretar que un codazo en la cabeza, una plancha al tobillo o una patada a la altura de la rodilla no es solamente falta, sino también delito, media el canto de un euro.

No entiendo ni jota de derecho así que eso de ganar por lo civil o lo criminal  se me escapa. No hablemos de entrar a valorar los argumentos esgrimidos por las distintas partes en una decisión cuanto menos insólita, un calificativo al que nos estamos acostumbrando de manera harto imprudente. No solo por el fútbol, lamentablemente. Pero es que, además, la espiral en que puede meterse la demanda blanquiazul, puede pasar por tal cantidad de comités, juzgados, recursos, apelaciones y tribunales que, de prosperar, mantener el empate o restar un punto al Barça y sumárselos al Espanyol se aplicaría, no sé, allá por el 2030 con permiso del Tribunal de Estrasburgo. Y dejemos para otro día el regalo de la nueva Ley del Deporte publicada poco antes de las uvas. Adelantamos que los leguleyos deberán ponerse las pilas y los aficionados las vendas”.