Peor imposible (0-1)

El Mallorca cerró la primera vuelta con la que sin duda ha sido su peor representación de la temporada ante un Las Palmas en formación que dominó durante la primera parte en la que mantuvo el balón en su poder tanto en defensa como en ataque, mientras que tras el descanso se dedicó a contemporizar ante las embestidas cansinas, reiterativas y poco convincentes de un anfitrión sin ideas ni fútbol. Un gol de Araujo a los veinte minutos significó la primera victoria canaria como visitante en la presente liga.

ALINEACIONES:

R.Mallorca.- Reina (1), Sastre (1), Valjent (0) Raillo (0), Cufré (0), Baba (0), Salva Sevilla (0), Lago Jr. (0), Dani Rodríguez (0), Amath (0) y Abdón (1).

Minut0 45, Oliván (1) por Cufré y Murilo (0) por Lago Jr. Minuto 70, Febas (0) por Salva Sevilla. Minuto 74, Diabaté (-) por Dani Rodríguez. Minuto 82, Trajkovsky (-) por Amath.

U.D. Las Palmas.- Domínguez (1), Lemos (2), Suárez (2), Curbelo (2), D.Castellano (1), Sergio Ruiz (2), Javi Castellano (1), Clemente (1), Kirian (1), Róber (1 ) y Araujo (2).

Minuto 77, Beni (-) por Clemente. Minuto 79, Fabio (-) por Róber y Espiau (-) por Araujo. Minuto 90, Miguélez (-) por Kirian.

ARBITRO:

Gorostegui Fernández (2) del Comité Vasco. Sin influencia. Mostró tarjetas amarillas a Sastre, Valjent y el entrenador local Luis García Plaza.

GOL:

Minuto 20, Araujo entra a trompicones dentro del área, entre Valjent y Raillo, para rematar a Reina desde cerca y sin apelación. 0-1

PLATANO INDIGESTO

«Todos los días un plátano……» decía el spot publicitario «……por lo menos». Los de Luis García Plaza se lo comieron entero y le sentó mal. Un enemigo de bajo presupuesto y clasificado en la zona medio baja de la tabla, le causó dolor de estómago con una fórmula de lo más simple: jugar a fútbol. El prepotente conjunto bermellón debió cree que no sabrían, pero los jóvenes pupilos de Pepe Mel no rifaron la pelota en una sola ocasión, nunca buscaron el juego directo sino combinativo y aun con errores propios de sus limitaciones, tocaron y tocaron desde la retaguardia hasta alcanzar posiciones ofensivas. Araujo, una pesadilla para dos centrales lentos como Valjent y Raillo, acertó con la portería en veinte minutos, pero Reina ya había tenido que actuar ante un disparo de Róber y pudo hacerlo si sendos remates del autor del gol no se hubieran ido fuera.

Mientras, no había noticias en el área amarilla. Todos buscaban a Salva Sevilla que, con la subida del recibo de la luz, apagó la suya y, sin claridad ni clarividencia, Abdón se perdía en sus guerrillas particulares sin munición a su alcance, Dani andaba desaparecido, lo mismo que Cufré ausente en banda, y los escasos centros de Sastre no surten el mismo efecto que sus tiros desde larga distancia. Un desvío desesperado del delantero de Artá al filo del intermedio, interceptado por Domínguez, terminó por ser el único perdigón entre los tres palos del cuadro canarión.

Es el tercer lance en que un centrocampista rival se basta para oscurecer la zona de creatividad, tanto si está Galarreta como si no puede jugar. Ibán Salvador fue el rey del Fuenlabrada en Son Moix, Nahuel el del Oviedo hace una semana y Sergio Ruiz sentó sus reales en medio del verde rectángulo. En sus botas feneció la arquitectura local y de ellas emergió la construcción de un equipo que, eso si, jugó con fuego al renunciar al contraataque después del descanso.

Agobiados, los de casa intensificaron su presión, de la que Las Palmas se zafó hasta el círculo central. Una vez allí volvía a dominar el rojo, si bien con un despliegue lento, previsible y, naturalmente, ineficaz. Los centros laterales topaban inevitablemente con defensas forasteros, Murilo no mejoraba a Lago Jr ni por asomo y Febas pasó tan desaparecido como de costumbre al sustituir a Salva Sevilla. Reina no tocó pelota en todo el segundo tiempo pero, tristemente, el cancerbero contrario tampoco. Posesión inútil, dominio ficticio.

Quien dio primero no lo hizo dos veces, sino tres; los puntos que volaron de isla calmosa a otra afortunada. No tenía por que ser así, pero las quinielas, como la estadística, también están para romperse.