Poco que repartir (1-1)

Las Palmas y Mallorca se repartieron el tiempo mitad para cada uno; los goles, uno por bando y también las ocasiones, un par de ellas. Escrito así podría parecer que vimos un partido vibrante, rápido y de constante ida y vuelta, pero nada más lejos de la realidad. El anfitrión salió aplatanado, como delata su propio origen, y el visitante se contagió tras la pausa. Ambos tuvieron que terminar amarrados al dicho: si no puedes ganar, al menos no pierdas.

ALINEACIONES:

U.D. Las Palmas.- A. Valles (1), A. Lemos (0), Suárez (1), Curbelo (1), B.Ramírez (1), Sergio Ruiz (1), Maikel Mesa (1), Rober (0), Clemente (0), Jesé (1) y Araujo (1).

Minuto 62, Pejiño (0) por Clemente. Minuto 77, Kirian (-) por Rober.

R.Mallorca.- Reina (1), Gámez (1), Russo (1), Valjent (1), Cufré (1), Sedlar (1), Salva Sevilla (1), A. Sánchez (1), Dani Rodríguez (1), Amath (2) y Alvaro Giménez (1)

Minuto 69, Baba (1) por Sedlar. Minuto 77, Sastre (-) por Cufré y Trajkovsky (-) por Alvaro Giménez. Minuto 90, Mboula (-) por A.Sánchez y Abdón (-) por Amath.

ARBITRO:

González Esteban (2), de Baracaldo. No incurrió en errores graves. Dejó jugar y no tuvo jugadas polémicas o de difícil interpretación. Mostró tarjetas amarillas a Sedlar y Cufré, del Mallorca y Mboula desde la grada.

GOLES:

Minuto 14, Antonio Sánchez recibe un saque de banda, la zaga canaria se queda para, recibe Dani Rodríguez ya en el interior del área y solo tiene que retrasar sobre Amath que marca casi a placer de remate raso junto a la base del poste. 0-1

Minuto 46, apenas empezado el segundo tiempo Jesé lanza un baló en profundidad sobre Araujo, que gana la espalda de Russo y fusila a Reina en su salida. 1-1

MENOS DA UNA PIEDRA

En un encuentro como el disputado en el Insular Gran Canaria nunca se sabe si uno se ha dejado dos puntos o ha ganado uno, diga lo que diga la suma. Si antes del descanso dio la impresión de que los de Luis García Plaza habían perdonado una victoria más meridiana, después de la ducha fueron los hombres de Pepe Mel quienes gozaron de oportunidades no solo para empatar como lo hicieron, sino de dar la vuelta al marcador. La bronca del veterano técnico local debió ser de órdago en el vestuario para que sus pupilos se pusieran el mono de trabajo para, en el peor de los casos, oponer algo más de resistencia a un enemigo más intenso.

Las Palmas pasó de aparentar fragilidad en defensa y precipitación en ataque, a tocar con más precisión y aunque para mi gusto Sergio Ruiz hace más daño entre líneas que de organizador, supieron encontrar a Jesé por detrás del superado Sedlar y un Salva Sevilla con síntomas de cansancio y aun así insustituible. El cambio de ritmo pilló al Mallorca a contrapié, Dani Rodriguez, dueño y señor en los primeros cuarenta y cinco minutos, se quedó pegado a la banda izquierda sin encontrar su sitio y Amath se fundió de un lado para otro hasta su extenuación.

A medida que se movían las manecillas del cronómetro, analógico y no digital, decrecía el factor sorpresa del contragolpe balear y se imponía el trote cansino, el admirado José María García decía «cochinero», de un anfitrión que había pasado de asumir la derrota a soñar con la victoria. No había merecido una cosa ni la otra. Su oponente, tampoco. Bien está lo que bien acaba, aunque seguiremos sin dilucidar si este punto final es bueno o malo.