Políticamente incorrecto (0)

Hoy comienzo una sección que va a contener las opiniones particulares que, seguramente, serían y serán contestadas y consideradas políticamente incorrectas. Pero son las mías. Si la presidenta del Govern Balear, y otros, desprecian a la democracia como han demostrado al no aceptar el resultado de una votación en el seno de su propio partido, si todo el mundo, incluso directores de medios de comunicación que no han escrito una línea en su vida, se permiten opinar «profundamente» sobre la victoria de Donald Trump en los Estados Unidos, yo me apunto a escribir lo que me dé la gana, sobre lo que me pase por las narices y cuando mi cuerpo me lo pida. Este es mi artículo piloto.

Los populismos son muy peligrosos, pero no por ello menos dignos de atención porque, en definitiva, demuestran que realmente ignoramos cómo y qué piensan los habitantes del planeta Tierra, imbuidos de que la prensa, la radio y la televisión comunican el sentimiento y el pensamiento de la ciudadanía. Nada más lejos de la realidad. Con el peligro que representa el hecho de que el gran populista del siglo XX fuera Hitler, bastaría con analizar las causas profundas de la resurrección, no del nazismo, ¡ojo! que no voy por ahí, pero sí de la manifestación y demanda de políticas más extremas y alejadas de asuntos que copan una aparente actualidad pero, ya sea porque están superadas o se dan por sabidas, no se corresponden con lo que de verdad preocupa en el mundo.

La gente normal vive hoy día pendiente de su pavor ante el terrorismo y, esencialmente el que procede de los paises islámicos, de la crisis económica mundial cuyo fin no se vislumbra aún, de la inmigración descontrolada que pone en peligro su status acomodaticio y de la proliferación de las drogas y el creciente poder de los narcos. Si sale un tipo que promete mejorar la economía, atacar a los terroristas, limitar la entrada de refugiados y combatir el contrabando de sustancias estupefacienttes, triunfa por encima de quienes se centran solamente en discursos políticamente correctos pero menos enjundiosos, llámense la legalización de la marihuana, el matrimonio homosexual, el feminismo rancio (tan reprobable como el machismo) y otros temas recurrentes.

¿La corrupción?. Si, no gusta, pero no olvidemos que la historia y la propia cotidianidad demuestran que detrás de cada ser humano anida alguna corruptela cuyo fondo no se ve limitado en función de su tamaño.

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