¿Por qué no se callan?

No me convence el informe del Comité Nacional de Arbitros ofrecido por su presidente el ex árbitro Velasco Carballo y su encargado de implementación del VAR, el aragonés Clos Gómez. Y no me lo creo porque, como en política, se imponen los términos ambiguos y el llamado «criterio» del árbitro deriva en criterio de cada lector o aficionado.

Dicen estos señores que se han dejado de sancionar los «contactos ligeros» en el área, sin especificar qué se entiende por ligero. Igual depende de si el «contacto» es con Sergio Ramos o con el defensa central del Huesca, por ejemplo, pero no lo sé. Debo suponer que la mayoría de «contactos» son ligeros en tanto en cuanto un jugador no la arree un puñetazo al otro porque, sin ir más lejos y para responder solo a lo que he visto, no aprecié cuán ligeros eran los penaltis señalados contra el Cartagena ante el Mallorca o al mismo equipo frente al Espanyol. Muy aparatosos no parecieron, la verdad.

Tampoco es para presumir del 98’45 por cien de aciertos con el VAR a disposición del trencilla de turno que, por cierto, insisten en que el colega de la cabina únicamente interviene si su paisano comete un error «claro y manifiesto» sobre el terreno de juego. ¿Lo dicen en serio?. Según ellos solo en una ocasión a lo largo de seis meses el del vídeo arbitraje ha intervenido sin tener que hacerlo.

Menos mal que reconocen que se pierde demasiado tiempo en dichas consultas. Vale. En un Mallorca-Celta de la pasada temporada, el «internacional» De Burgos Bengoetxea tardó ¡7 minutos! en decir que era penalti el que él mismo había señalado sin serlo. Atención pregunta: si la infracción se cometió ¿por qué le llaman desde el VAR si no había «error claro y manifiesto»?.

También han observado la caprichosa aplicación de los descuentos. En el partido Mirandés-Mallorca del 18 de octubre, el murciano Sánchez López prolongó el partido 2 minutos pese a haber mostrado 8 tarjetas, entre ellas una roja por dos amarillas a Sastre, los locales 3 cambios en 3 ventanas diferentes y los visitantes 5 en otra tantas. Habrá que comprarle otro cronómetro.

Ignoro si este informe es protocolario porque de no ser así me sonaría a «excusatio non petita, acusatio manifesta». Pero la admiración que profeso a los árbitros por la dificultad de su trabajo no me impide lamentar la política de sus jefes que, por si fuera poco, les califican como jueces y, en consecuencia, jueces de jueces a si mismos. Y no, no son sino denunciantes, guardianes del reglamento, la judicatura, en todo caso, la ejerce el Comité de Competición. O debería.