Premio a la ambición

En una segunda parte memorable y plagada de ocasiones de gol, a veces falladas y otras frustradas por el cancerbero visitante, el Mallorca apabulló al Cádiz que aguantó contra viento, marea y mucha fortuna hasta el minuto 89 en el que, sin aparente peligro, Alex López remató a la red a la salida del último córner del partido. Con dos laterales impresionantes y un Salva Sevilla imperial, el triunfo hace justicia al juego desplegado por ambos contendientes sobre el césped de Son Moix.

ALINEACIONES:

R.Mallorca.- Reina (1), Gámez (2), X.Campos (1), Raillo (1), Salva Ruiz (2), Pedraza (1), Salva Sevilla (3), Dani Rodríguez (0), Lago Jr. (0), Abdón (1) y Carlos Castro (1).

A los 62 minutos, Ariday (1) por Dani Rodríguez; a los 71 «Stoichkov» (1) por Castro y a los 83, A.López (-) por Abdón.

Cádiz C,F.- Cifuentes (3), Carmona (1), Kecojevic (1), Mauro (1), Matos (1), José Mari (0), Edu Ramos (1), Aketxe (1), Alex Fernández (0), Manu Vallejo (0) y Mario Barco (0).

En el minuto 55, Salvi (1) por Mario Barco; en el 71, Romera (0) por Vallejo y en el 76, Karim (1) por José Mari.

ARBITRO:

Diaz de Mera (1), de Castilla-La Mancha, Dejó jugar más de lo permitido y estuvo parco en las tarjetas, aunque no influyó en el resultado ni erró en acciones dudosas.Amonestó a Xisco Campos, Raillo y Salva Sevilla, del Mallorca y a  Manu Vallejo, del Cádiz.

COMENTARIO:

….Si la dicha llega y  el Mallorca se hizo acreedor a ella después de arrasar al Cádiz en la segunda parte, tras un primer tiempo dubitativo y algo más previsible. Porque, en efecto, Vicente Moreno no esconde sus cartas, quiere a dos extremos que se vayan hacia el centro para abrir paso a los laterales aunque sea a costa de sacrificar algún peón e incluso arquitecto como Dani Rodríguez con tal de abrir el campo sin renunciar a la superioridad en el centro, donde se juntan hasta cinco jugadores en torno a Salva Sevilla, de cuya cabeza sale un fútbol de alto nivel que, ¡ay!, a veces no encuentra correspondencia en unos delanteros muy voluntariosos pero escasos de puntería y no sobrados de pólvora.
   Todo esto ya es mucho más de lo que puso en escena el Cádiz, que tuvo más ocasiones de las que mereció, aunque menos que las que rondaron la portería de Cifuentes que, sin duda, evitó la goleada de este submarino que se ha quedado sin torpedos y al que no le funciona el periscopio. El miedo presidió los primeros 45 minutos. Primaba el sumo cuidado en no cometer errores por encima de la búsqueda del dominio, el control y, en suma, el triunfo. Nada parecido a lo que sucedió en el segundo acto en cuyo escenario los locales superaron a sus invitados sin la menor excepción, ejercieron una presión permanente en todas las zonas atajando la salida de balón del adversario, al que encerraron en su área por velocidad, precisión, tesón, espíritu, fuelle y criterio.
  Había escrito ya el titular de este análisis, “sin goles no hay paraíso”, cuando los dioses del verde decidieron por fin hacer justicia premiando al equipo que hizo más y castigando al rácano, al perdedor, al que debía conformarse con un punto desesperado. Y ya se sabe, los caminos celestiales son infinitos e insondable y fue en el córner más inofensivo donde se fraguó y entregó el premio. Huelga decir, por accesorio, que hubo que mover el banquillo, meter en liza a Ariday, más acostumbrado que el debutante coruñés al sistema en vigor, y relevar por agotamiento a los dos atacantes, Abdón y Castro, extenuados, negados y sin fortuna. Sin embargo estos detalles ya carecen de importancia. El trabajo es ahora para los técnicos. A Alvaro cervera, examen de conciencia. Moreno entregado a la perseverancia.