Raza de campeón (sic)

En el mes de abril del año 2005, el Grupo Zeta publicó la autobiografía de Samuel Etoo cuya redacción llevaron a cabo José Luis Carazo y Javier Miguel. El libro, subtitulado «Raça de campió», es de obligada lectura para quien pretenda entender al que para muchos ha sido el mejor jugador de la historia del Mallorca. No revela grandes secretos, más allá de contar que Mateu Alemany le quiso convencer para que se fuera a un equipo de la Premier antes que el Barça donde, aparte el Mallorca, forjó su leyenda.

Más allá de que su promesa incumplida de colgar las botas en el Mallorca  ofenda a los susceptibles, yo he decidido quedarme con ciertas anécdotas publicadas en mi libro «El Mallorca es otra historia», que acuden a mi memoria en el momento de su retirada a los 38 años. La de Luis Aragonés, su entrenador más admirado, cuando le decía que él no era negro, sino azul, o aquella rueda de prensa en la que advirtió «voy a correr como un negro para poder cobrar como un blanco». Y lo consiguió. Su valentía rozaba la inconsciencia, ya que siendo jugador del Barça de las grandes estrellas reconocía ante la resignada prensa barcelonesa que «el mejor pasador que he tenido a lo largo de mi carrera ha sido Ibagaza». O cuando, recién llegado de París, paseaba un Ferrari por Son Bibiloni mostrándolo con orgullo a todo el que pasaba por allí hasta que se tropezó con el Sabio de Hortaleza quien le espetó: «¡Pero qué bobo es usted!, ¿no se da cuenta de que esto no es más que chatarra?. ¡Invierta usted en ladrillo, hombre!».

Estas pequeñas historias, estos breves detalles me aproximan más a la personalidad del futbolista que regaló al Mallorca su Copa del Rey del 2003 en honor de su compañero de selección, Marc Foé, fallecido unas horas antes. Ahora, en la calle del adiós, me quedo con todo esto más que con sus goles. ¡Suerte «papi»!.