El último acto de la Eurocopa

Más allá de que haya jugado prácticamente en casa y que en la semifinal contra Dinamarca, a la que fue superior, le regalaran un penalti inexistente -en toda la Eurocopa el VAR no ha cambiado ni una sola decisión arbitral-, la de Inglaterra probablemente ha sido la mejor selección del torneo.

Le aguarda Italia, más tosca, de guardar la ropa y nadar poco, con menos recursos individuales, poco brillante y, a pesar de todo, no por ello menos efectiva. Como aficionado prefiero la victoria británica, prefiero su estilo y atisbo un mayor aprecio por el espectáculo que la de su oponente, absolutamente «resultadista».

Pero como ya hemos dicho y a pesar de las numerosas prórrogas y los emocionantes penaltis, aplaudiremos que la bajada del telón dé paso al «the end»  que bien se recibe al final de una mala película que nos ha dejado la sorpresa de España, más que revelación, y la evidencia del cambio de ciclo en Croacia, las dudas de Bélgica, la falta de humildad de Francia, nada nuevo, y la pérdida de identidad de Paises Bajos (Holanda). Rusia ya ni se levanta.

En resumen y a falta de este último acto, aparcamos el fútbol hasta el mes de agosto sin que hayamos gozado de aportaciones valiosas de juego, sistemas o reglamento. Que ya, puestos a pedir, podrían redimirnos de la tardía señalización de los fueras de juego que confunde hasta a sus propios reos.