Regreso al futuro

La visión del negocio que tienen la FIFA y los fondos de inversión que meten su dinero y la pata en los clubs profesionales no difiere demasiado, pese al intento del presidente Infantino de obstaculizar sin demasiado éxito, todo hay que decirlo, su desembarco. Desde que algunos equipos comenzaran a cotizar en bolsa, sobre todo en Inglaterra e Italia, algo así tenía que ocurrir pese a que tampoco se pueda afirmar que puedan repartir dividendos apetecibles.

Mientras la Federación Internacional intenta una huida hacia adelante, lo que menos desean es que cunda el ejemplo secesionista de Florentino Pérez,  incrementando el número de competiciones y de participantes en las ya conocidas, incluso ciertos inversores árabes, los que tienen más dinero y encandilan a cada vez más futbolistas de todas las ligas, empiezan a preguntarse si el contagio no será contraproducente. Los fracasos de su gestión en el Almería y el Málaga, en su Al Andalus, son proporcionalmente y claramente inferiores a los de una de sus grandes apuestas, la del Paris Saint Germain, aunque no por ello menos significativas.

También los financieros asiáticos se la pegan con frecuencia y en España tenemos los claros ejemplos del Espanyol, el Valencia de Peter Lim o el Granada que, por cierto, está a punto de ser vendido a un grupo de empresarios nativos por unos 50 millones de euros,  tras cuatro años de explotación en los que ni siquiera han podido abonar al italiano Gino Pozzo la totalidad de lo acordado, 37, ni la deuda adquirida con la Liga de Fútbol Profesional por las comisiones generadas para percibir el pago de los derechos audiovisuales en la televisión de su país.

Aquí, en el Mallorca, siguen los americanos entre los que ya no se encuentra su inicial valedor y primer accionista, Robert Sarver. También se desentendió Steve Kerr, el famoso jugador de baloncesto, y aunque la transparencia no es una de sus virtudes, todo indica que la moto que les vendieron entre Javier Tebas y Maheta Molango no tira como esperaban. Eso si, cumplen con seriedad sus compromisos y han sido capaces de sacar dinero a las instituciones autonómicas, insulares y municipales que se lo negaron siempre a cualquier otro propietario, sobre todo local.

Puede que Granada, donde terminó la Reconquista, sea ahora el punto de partida o, mejor expresado, de regreso del fútbol a las raíces de las que nunca debió salir.