Sarna con gusto no pica

No es que las redes sociales ardan, «aquí la sangre nunca llega al río porque no hay río ni hay sangre», decía Cesar Rodríguez cuando entrenaba al Mallorca. Queman un poquito, sí, por los precios de la campaña de abonos que, previamente anunciada gratuitamente por los medios, se hicieron públicos ayer.

El Real Mallorca SAD es una empresa privada cuyos accionistas andan desperdigados entre Phoenix (Arizona), Miami y no sé cuántos sitios más, con todo su derecho a cobrar lo que consideren oportuno por la venta de las localidades del estadio cuyo arrendamiento iba incluido en el paquete. Los seguidores del equipo o aficionados al fútbol, conceptos no siempre coincidentes, tienen a su vez la prerrogativa de no pagar lo que les piden por ocupar sus asientos laterales, centrados, en altura, bajos, cubiertos, soleados o de fondo. Es lo más simple de la ley de la oferta y la demanda, como si quieres ir al cine o a un concierto.

Que las tasas hayan aumentado muy por encima del índice de precios al consumo, sin considerar la inflación en puertas, ni si va a haber partidos a las dos de la tarde o en viernes, sábado, domingo, lunes y miércoles, a los clubs les trae sin cuidado. No solo a este, aunque si estas medidas las hubiera tomado cualquier empresario mallorquín le caería la del pulpo. Por algún lado hay que imputar el coste de las obras de Son Moix por mucho que el recinto sea de titularidad municipal y que pagamos todos aunque solo lo disfrute uno.

A ver si nos enteramos, les interesa la televisión, el calendario y los horarios son para la televisión, el dinero lo ingresan de la televisión y al público que lo zurzan. Es la industria del fútbol, cimentada sobre los sentimientos de unos cuantos, que explotan otros muchos. Pero sarna con gusto no pica. O eso dicen.