Sarver aprende a ganar

Creo que esta madrugada los Phoenix Suns de Arizona,  juegan el segundo partido de la final para la conquista del Anillo de la NBA que el equipo de Robert Sarver, dueño del Mallorca, disputó por última vez hace 28 años, mucho antes de que el financiero de San Diego adquiriera la franquicia por 400 millones de dólares. Un hito que, curiosamente, coincide con la salida de Steve Nash, actualmente entrenador de los Brooklin Nets, aunque continúa formando parte del accionariado tanto de los inquilinos del PHX Arena como de los de Son Moix.

Tal coincidencia, sin duda accidental, contradiría las recomendaciones de Johan Cruyff, el mítico futbolista y entrenador holandés, quien aseguraba que los clubs de fútbol funcionarían mejor si los dirigentes de sus sociedades hubieran sido jugadores profesionales. Se supone que la política de los actuales campeones de la Conferencia Oeste, de la que fueron sempiternos colistas, la dicta ahora Monti Williams, no Galmés,  desde el banquillo y Chris Paul en la cancha.

No dejemos de observar que mister Sarver se ha deshecho de dos estorbos: el sudafricano-canadiense Nash allí y Maheta Molango, en Palma. Este último con su inseparable Recio y algunos pelotas más. Desde luego a alguien que invirtió tantos millones en un club de baloncesto, los cincuenta que lleva colocados en la SAD del Mallorca deben ser pura calderilla. Una ventaja como otra cualquiera. Aunque si apelamos al valor patrimonial saldríamos perdiendo de calle. Y no, parece que mister Marshall, digo Sarver, ha aprendido a ganar aquí y allí. Compartamos su sastifacción por la pequeña parte que nos roza, por indecoroso que resulte celebrarlo sin camisa a bordo de un avión.