Sentimientos en desuso

El fútbol es uno de los pocos negocios que quedan en los que el cliente no tiene razón. Salvo raras excepciones ni los aficionados a pie de campo ni los espectadores de televisión pintan nada en la toma de decisiones que los accionistas, muchos ya extranjeros, toman en los despachos. Viven con cargo al sentimiento de su público, pero no les merece la menor consideración.

Pero acabo de leer que en Inglaterra las masas han comenzado a rebelarse. Solo seis clubs de la Premier continúan en manos de empresarios o sociedades británicas: Tottenham, Newcaste, Crystal Palace, Brighton, Burnley y Huddersfield. El resto están en manos de extranjeros, la mayoría de ellos americanos (como el Mallorca) menos el Chelsea de Abramovich o el City de  Mansour Bin Zayed. Y se ha armado un buen jaleo al saltar la noticia de que alguno de los acci0onistas de los seis primeros se plantean desprenderse de sus títulos aumentando la nómina de inversores extranjeros en el fútbol inglés.

Por fortuna o sin ella, la historia es cíclica y parece ser que los seguidores de cada equipo prefieren administrar su propio afecto en lugar de que lo hagan los demás con la única intención de exprimirlo. Es evidente que en Mallorca no rige tal apego. Claro que en un país donde se permite que compitan entre si sociedades anónimas deportivas junto a otras «sin ánimo de lucro» que precisamente son las más lucrativas y de mayor presupuesto, no es fácil que salte la banca.