Si, hay enemigos pequeños

El Sabadell no es de los peores equipos que ha pasado esta temporada por Son Moix, al menos defensivamente hablando, pero a estas alturas la clasificación no miente y es no solo el que menos partidos ha ganado, sino el peor de los locales pues en la Nova Creu Alta solamente ha conseguido dos triunfos. Como anfitrión es el rey del empate, por detrás del Fuenlabrada e igualado con el Mirandés. Medalla de mérito es haber mantenido a su entrenador, Antonio Hidalgo, contra viento, marea y resultados. No todos los clubs son capaces de asumir su realidad.

El pequeño se crece ante un contrincante superior, vale. Sin embargo la diferencia es abismal, por justo que el Mallorca llegue a este sprint final algo justo de fuerzas o esa es la sensación que da. Ejemplos como el de Castellón, circunstanciales, no me riven.  Si hay enemigos menores, otra cosa es que les des alas. El conjunto arlequinado tendrá muy difìcil salir de los puestos de descenso y, por si fuera poco, pierde a su mejor baza, Stoichkov, por la irregular e impresentable cláusula del miedo que aunque parezca mentira todavía es reglamentaria. Y más allá de esto, casi nada. ¡Ojo! a las acciones a balón parado, donde las fuerzas se igualan puntual y estrictamente.

Luis García Plaza vuelve a contar con Antonio Sánchez, al menos ha entrenado ya, por lo que solo Abdón es duda ya que también regresa Amath, el resorte que más se echa de menos en ataque. Sus movimientos entre líneas y su entendimiento con Dani Rodríguez han proporcionado muchos puntos.

Pita un árbitro joven, Gallech Apezteguía. Si la memoria no me traiciona dirigió el último partido del Mallorca en Segunda B. Ascendió la pasada temporada y es la primera vez que se cruza de nuevo con los bermellones. El Sabadell lo ha tenido dos veces en su feudo, derrotado en ambas, pero con él también ha ganado una vez fuera, concretamente en Cartagena. Como casi todos los jóvenes, tira de tarjeta con cierta facilidad, supera la media de seis amarillas por lance y lleva ya media docena de rojas. Pero, a sus 30 años de edad,  es una de las apuestas de futuro del Comité de Navarra.

Lo peor de la cita, la hora y el día. Lo mejor, que a falta de seis jornadas ya queda apenas nada que perder. Por parte visitante, claro.