Sin fútbol por Navidad

El fútbol sigue a lo suyo. Para los futbolistas la Navidad es igual que antes, les daban libre igual que ahora, con público o sin él. En realidad les da lo mismo. En cambio los miles de trabajadores de hospitales, médicos, enfermeros, celadores, recepcionistas y centros de salud, si que saben que esto no es lo que era, sino mucho peor.

La conciencia de los esclavos de oro del balón, como los definía Tomás Martín Arnoriaga en su libro de igual título editado por Sedmay en 1976 no daba para entender que hasta el fatídico 2020, había muchos trabajadores en sus empleos, en sus turnos y en su lucha, para que ellos pudieran disfrutar un descanso negado a camareros, cocineros, taxistas, panaderos, espectáculos y un largo etcétera, clínicas aparte por supuesto. Ahora quizás puedan comprobarlo debido a los servicios que la pandemia de la COVID ha forzado a cerrar o limitar. Con una salvedad, ellos seguirán cobrando, los demás no.

«El templo está lleno a rebosar, los ocupantes llenan el gran altar colectivo, el moderno rito de masas actúa una vez más. El fútbol, mucho más que un mero juego». Palabras proféticas de hace 44 años, pero que hoy cobran vida ante estadios vacíos. Los bancos del templo si feligreses, el rito está en la televisión y, en efecto, el fútbol es más que deporte, ni más ni menos que el pequeño circo ambulante capaz de mantener la gran carpa de la vida aunque sea con mascarillas, alguno nunca le dejó de llevar, y lavándose mucho las manos, como Pilatos.