Solo los deportistas se levantan

No hay éxito sin sacrificio y la personalidad de Javier Aguirre se engrandece al valorar individualmente las decisivas acciones  de Dominic Greif al detener dos penaltis de los seis que le tiraron, sobre todo el primero, y la de Sergi Darder al convertir el que le daba al Mallorca su pase a la cuarta final de la Copa del Rey que registra su centenaria historia, aunque esta la empezó a escribir Jaume Rosselló Pascual en 1959 y la resucitó Miquel Contestí en el año 1978.

Lo que ha sufrido el guardameta de Bratislava en y desde su fichaje no está al alcance de cualquiera. «Solo los deportistas se levantan» afirmó en cierta ocasión Sergio Kresic, el técnico croata, durante su breve etapa en Son Moix. Una frase que parece pensada a medida para el esgarbado portero que, por su colocación y sobriedad me recuerda al mítico Angel Iríbar.

El futbolista de Artá lleva toda la temporada luchando contra sus propios demonios. Su disciplina, ser el primero en reconocer su falta de adaptación al sistema, su silencio cuando le ha tocado permanecer en el banquillo, la responsabilidad, no lo dejemos de lado, de lanzar ese quinto lanzamiento, la han acreedor a su primera satisfacción a partir de su salida del Espanyol.

Como contraste a ambos reconocimientos individuales, el gesto de Maffeo, que tendrá trabajo para relevar a Gio,  y algunos de sus compañeros para devolver al donostiarra Merino su mezquindad al llevarse el dedo anular a los labios para acallar las bocas de la afición mallorquinista en el partido de ida, no es la mejor manera de replicar su desconsideración. La mala educación no se responde con la misma moneda, sino con un curso de buenos modales. La ruindad no se contesta con bajeza, eso es ponerse a la altura del vil. La mejor lección residía en el simple hecho de la victoria, en recordar que quien ríe el último ríe mejor. Lo demás sobra porque, en definitiva, no contribuye a desterrar del fútbol la barbarie física y verbal que todos queremos evitar dentro y fuera del terreno de juego e incluso de la propia sociedad.