Sucesor designado

El título no es solo el de una serie americana de televisión en la que el vicepresidente de los Estados Unid0s se ve obligado a tomar el mando del país en clave de emergencia, sino lo que estaba cantado desde hace 19 años cuando Miquel Bestard asaltó el trono de Antonio Borrás del Barrio. Pep Sansó le siguió y forjó su destino que, salvo sorpresas, prolongará después de las elecciones del 2024. La parroquia no está para revueltas, visto que la sumisión rinde más.

De eso, de un amén tras otro, habrá ido la medalla de oro de la Federación Española de Fútbol concedida y entregada por Luis Rubiales en persona por los «servicios al fútbol español» del bunyolí. Si va de esto, no estaría de más detallar cuáles han sido o en qué han consistido estas impagables ayudas. Hoy día es fácil confundir las prestaciones institucionales con las de las personas que ocupan las instituciones. Unos le llamarán fidelidad y otros lealtad. La primera es perruna, a cambio de nada; la segunda, noble.

Leo en Diario de Mallorca que el sustituto desembarca en Son Malferit con un pan bajo el brazo, igual que los bebés de antaño cuando la cigüeña los transportaba desde París. Un sueldo de 100.000 euros anuales no es desde luego una hogaza nada desdeñable, sobre todo en un campo de trigo tan limitado en licencias y territorio como el de Baleares. Pero la Asamblea ha hablado alto y claro: con su pan se lo coman.