Tres partidos en uno

Antonio Oviedo Saldaña, siempre presente en mis oraciones, fue el entrenador del Mallorca que, con buen criterio y sentido común, apeó a los periodistas del autobús en el que viajaban los jugadores cuando tocaba salir a la Península. Nunca pasó nada, pero flotaba en el ambiente la incomodidad por ambas partes.

Dada la trascendencia de las crónicas periodísticas y radiofónicas, el club sufragaba los gastos de los distintos enviados de los medios de comunicación que, por otra parte sumaban al grupo para acceder a los descuentos de las compañías aéreas y hoteles. Con una lógica aplastante se llegó a la conclusión de que tal medida se podía interpretar como, no un soborno, pero si una cierta coacción a los redactores desplazados, por lo que fue abolida.

A partir de que cada cual tuvo que empezar a buscarse la vida, generalmente mediante acuerdos publicitarios como la única vía de ingresos, y procurábamos encontrar alojamiento en el mismo hotel donde pernoctaba el equipo. Aquello si que generaba un punto de complicidad con algunos futbolistas, auxiliares y técnicos entre los que buscábamos amigos y confidentes.

Hubo entrenadores que no tenían reparo en adelantarnos las alineaciones y otros que se las reservaban celosamente. Salvo algún caso excepcional no asistíamos a las charlas técnicas, casi siempre antes o después de la comida del día de partido. Pero en mi ya dilatada carrera profesional he de reconocer que tuve la ocasión de aprender de aquel que, por la mañana, me explicaba el plan que había trazado. «Te lo cuento», me dijo, «para que puedas comprobar si el equipo ha entendido lo que pretendo o si lo ha cumplido y eso te ayudará a la hora de valorar a los chicos y escribir tu comentario».

Afirmo que no en pocas ocasiones había una gran diferencia entre lo que me habían contado y lo que pasó en el campo, pero hace unos días un ex presidente del Mallorca me hizo reflexionar en torno a una realidad: «Cada encuentro se ve de tres formas diferentes: la del profesional, la del periodista y la del aficionado». Habitualmente ninguna coincide, pero las tres son ciertas.

Omito la identidad de ambos porque no les he pedido permiso para publicar sus palabras fuera de nuestra mútua confianza, pero no dudo de que si las circunstancias actuales lo permitieran, el periodismo de calle murió hace tiempo, la fluidez de esas relaciones mejoraría la comunicación entre experiencias necesariamente distintas.