Un ascenso necesario

El Mallorca B afronta el play off de ascenso a Segunda RFEF que, a la vista de su campaña en Tercera, se nos antoja difícil. Los chicos del voluntarioso Gustavo Siviero van muy justos, al contrario que los juveniles de Carlos Muñoz a los que solo ha faltado la guinda de la laboriosa tarta elaborada con mimo e intensidad. Y ahí está el problema, en el salto imposible de los más jóvenes, necesitados de completar su formación en cursos de mayor exigencia y calidad que esta regional preferente a la que Luis Rubiales cambió de nombre.

El club va a poner al frente del primer equipo a Jagoba Arrasate, un técnico acostumbrado a trabajar con la cantera. Con elle empezó en le Real Sociedad y de ella ha alimentado a Osasuna durante seis temporadas. Pero, ¡ojo!, no cabe confundir conocimientos y experiencia con milagros. Hoy en día comparar Son Bibiloni con Tajonar, Lezama, Zubieta e incluso Mareo, que conoció etapas más brillantes, equivale a degustar en el mismo plato caviar de beluga y sucedáneo de surimi.

La aventura de los jugadores cedidos a distintos clubs de Segunda no ha proporcionado resultados alentadores. David López (Elche), Josep Gayá (Amorebieta) y Dani Luna (Mirandés) ni siquiera se han hecho un hueco en sus respectivos destinos y el escaparate de lucir en las primeras eliminatorias de la Copa del Rey no sirve absolutamente para nada, ni siquiera para si mismos. Ni eso, ni sacarles billete en los desplazamientos para convivir con sus compañeros y hacer bulto para llegar al mínimo que las compañías aéreas exigen para descuentos de grupo. Leo Román, la excepción que confirma la regla.

Los tiempos en que Leo Franco, Fernando Niño, Albert Luque, Diego Tristán, Víctor Casadesús, Iván Ramis, Miguel Angel Moyá, David Castedo, Marco Asensio, Brandon Thomas y otros que emergieron desde el fondo, forman parte de un pasado que el tratamiento recibido por eso que llamamos «la Fábrica» impide rememorar por necesario que sea recuperarlo.