Un equipo sin equipo
Un axioma aplicable a la función y la tarea de los entrenadores de fútbol dice que, en términos generales, se atienen a dos fórmulas: usar e imponer su dibujo, estilo e idea de juego por encima de cualquier otra consideración o, simplemente, adaptarse a las características de los integrantes de la plantilla de la cual disponen. Javier Aguirre se ha decantado claramente por la primera, grave error, porque los futbolistas con los que cuenta tienen poco que ver con los de la temporada pasada y alguno de ellos con un año más a sus espaldas, casos de Jaume Costa, Dani Rodríguez, Raillo, etc. No hay ni un Galarreta y mucho menos alguien con la velocidad, el disparo, el regate y la precisión de Kang in Lee. Sea como fuere, el técnico mexicano no ha cambiado de idea. Una terquedad que puede salir muy cara, además de su evidente divergencia con el director de fútbol, Pablo Ortells, cuyos fichajes no concuerdan con la filosofía de su técnico.
El parón, según lo que no pudimos ver pero si intuir a través de la alineación presentada en el amistoso a puerta cerrada contra el Boavista, segundo equipo de Oporto y actualmente noveno en la liga portuguesa, el único cambio previsible será el de sustituir a Muriqi por Larin. Una decisión tan forzada como poco ilusionante. Si no se toman medidas de mayor calado, sufrir al máximo para conservar la categoría será lo mínimo que cabe esperar y esto en el mejor de los casos.