Un joyero sin perlas

Se han cumplido cinco años del desembarco de «Mr. Marshall» (Sarver y cia) en el Mallorca. Salvaron el bolsillo de Utz Claasen y alguno más no preciasamente de rebote. Debutaron con un descenso, lograron un ascenso, volvieron a caer y ha vuelto a subiur. Cuatro años de pérdidas y uno de beneficios. Les costó lo suyo reconocer el error de haber confiado en Maheta Molango y tuvieron que corregirlo. Aceptaremos que más vale tarde que nunca y también que cumplen con sus compromisos económicos. En su debe, entre otras cosas, el fútbol base.

Cambios en la dirección de las secciones inferiores, descontento en Son Bibiloni, desencuentros con los técincos (Julián Robles) y, lo más importante, no solo no han plantado ningún rosal sino que de los que encontraron sembrados no han cortado una sola flor, seguramente por falta de riego. Parera, Sastre, Baba, Sánchez y Luka estaban ahi. El de Manacor con ganas de marcharse, el porrerenc, el ghanés y el centrocampista con todo por demostrar y «la joya» perdida en un joyero con más relleno aterciopelado que perlas.

Si, seguramente podremos especular con el futuro de Iván Bravo, Gálvez Jr y no sé cuántos más. La futurología es gratis; el presente hay que venderlo y no aprender del pasado se paga caro. Lo que parece claro es que, pese a su evidente contención inversora, la función formativa de la Ciudad Deportiva no figura entre las prioridades de los ricos de Arizona y el Mallorca B se dispone a deambular por la Tercera balear, donde menudean más maestros que alumnos aplicados.