Un palo para cada vela

Ya lo hemos escrito otras veces y el consejo no es cosecha propia, sino de Cruyjff, Johan: «el dinero debe estar sobre el campo». Cuando uno ficha futbolistas a precios que están por encima de sus límites para vender un contrato de publicidad en Japón, atenta contra la máxima y, además, a riesgo de sembrar diferencias entre los integrantes de un vestuario que, créanlo, todos ellos saben lo que cobra o deja de cobrar el compañero de al lado. Esto va por el director de fútbol del Mallorca que, como también recordábamos hace unos días nombre a nombre, no se puede decir que haya hecho encaje de bolillos. O si, pero no a gusto del entrenador. Tal vez de la propiedad o del director financiero que la representa.

Claro que yo, que soy un tipo raro y no siempre caigo bien, parto de la base de que un club de fútbol no se puede gobernar desde otro continente, ni siquiera desde otro país. Por mucho que la tecnología de las comunicaciones permita la vídeo conferencia y otras formas de contacto, la distancia del dueño respecto a su negocio señala claramente el nivel de interés y de importancia del mismo en su entramado societario y económico. Puedo equivocarme, pero no creo que Robert Sarver o Andy Kohlberg cojan el teléfono para preguntar quién es Battaglia, Mboula o cualquier otro. Y de Lee preguntarán a lo sumo cuánto deja la televisión coreana, si es que deja algo.

Pero Luis García Plaza sabía a lo que jugaba y con quién a la hora de cambiar el cus-cus por la paella. Salir en cada rueda de prensa con la canción de las bajas que acusa, para después o antes decir que él nunca habla de bajas, es tan falso como ignorar que Baba iba a faltar un mes o que en el transcurso de una liga hay contusiones y sanciones que impiden contar con los futbolistas que sean. Tendría que aclarar la causa de las numerosas lesiones musculares de principio de temporada, la caída en picado de hombres como Fer Niño, Valjent, Salva Sevilla o, por supuesto, Reina. Sus vaivenes con Jaume Costa y Oliván, con Angel y hasta Abdón y no llorar patéticamente porque se hayan ido Lago Jr y Febas con los que no ha contado para nada y seguramente con razón, ahí no entramos. O Sastre, la bala devenida en perdigón, que dicen ha pedido la excedencia.

Cuando vienen mal dadas, que cada palo aguante su vela y en este texto se encierra un velero de tres mástiles.