Un premio para disfrutar
Cuenta la leyenda que antes de saltar al estadio de Wembley el 20 de mayo de 1992, donde Barça y Sampdoria disputaban la final de la Copa de Europa de Campeones de Liga, como se llamaba entonces, Johan Cruyff les dijo a Zubizarreta, Ferrer, Koeman, Muñoz, Eusebio, Guardiola, Bakero, Laudrup, Juan Carlos, Julio Salinas y Stoichkov: «habeis llegado hasta aquí con esfuerzo, sudor y sacrificio; ahora salid y disfrutadlo»
Ignoro lo que, en el bando contrario, diría Vujadin Boskov, entenador de la Sampdoria de la ciudad italiana de Génova, que venía de preparar en España al Real Zaragoza, el Real Madrid, el Sporting de Gijón y, de nuevo en Italia, al Ascoli. Fue en la Romareda donde usaba de forma recurrente su famosa frase «fútbol es fútbol» para salir del paso debido a su dificultad para expresarse en castellano, sin ningún significado oculto ni más profundo que su sencilla expresión.
Ni el Athletic, ni el Mallorca lo han tenido fácil para llegar a la final del sábado. Aparte de las eliminatorias preliminares que forman parte de la impresentable fórmula de la competición, unos se han cargado al Barça y el Atlético, dos de los tres cocos de la liga, y los otros a la Real Sociedad y el Girona, las dos revelaciones de la temporada. Ambos, en efecto, se han ganado el derecho a pisar el cesped del estadio de La Cartuja en Sevilla para disfrutar. Si ellos lo hacen, también lo harán los espectadores, entre los cuales no estará el aspirante a presidente de la RFEF, Pedro Rocha ni debería hacerlo, a tenor de la petición de inhabilitación presentada ante el Tribunal Balear del Deporte, su colega Pep Sansó. Juan Paremias ya se adelantó al afirmar en el año 1728 en Bollullos del Condado que «no están todos los que son, ni son todos los que están». Y este pueblo no está muy lejos de Sevilla, por cierto.