Un «zasca» merecido

Hace años asístí en el Auditorium de Palma a la representación teatral de la obra «Olvida los tambores», llevada al cine a mediados de los 70. Se trataba de una acerada crítica de aquella sociedad hipócrita, de las de misa dominical y pecado diario. Me sorprendí la tremenda ovación del público al bajar el telón porque pensé lo tontos que somos, nos acababan de llamar de todos menos guapos como colectividad y nos levantábamos de nuestros asientos para aplaudir como locos.

Días atrás me ha ocurrido algo parecido cuando algunos colegas me recomendaban le lectura de un artículo del admirado Ramón Besa en el diario El País titulado «Periodismo para periodistas» y publicado el sábado 8 de junio pasado. El diario de Prisa ha sido el faro de no pocos compañeros y conocidos que, desde luego, nunca se han guiado por esa luz que confiesan seguir.

El recientemente investido doctor honoris causa por la Universidad de Vic se refería a los momentos en que «el periodismo exigía más pluma que labia y se combatía el boato, nada que ver con el periodismo de clics o con el periodismo de club que manda hoy en la Liga. La militancia y el hooliganismo se impone a menudo al distanciamiento…….» para añadir unas líneas más abajo que en los tiempos que corren «se consume más que se lee y las cápsulas informativas o de propaganda tienen más impacto que los libros».

Un «zasca» con todas las de la ley que, por supuesto, resbala por la cara dura de los impostores y aplauden aquellos tan ciegos, ignorantes o prepotentes que no se reconocen en el entrecomillado. Y, claro, se levantan a batir palmas embelesados. Como los monos.