Una Copa vacía

Por si le faltara algo para el descabello a la Copa del Rey de fútbol, puede que la ausencia de público en los estadios se la acabe de dar. Más allá de la falsa ilusión que la Federación vende a los clubs de Tercera y Segunda B por si el sorteo les favorece con algún grande tras superar una o dos eliminatorias ya de por si difíciles, un hipotético avance fase a fase pierde sentido si no es posible la asistencia de las aficiones.

Pasada la efervescencia de la visita del Atlético de Madrid a Sant Llorenç des Cardessar, no ha quedado más que un relato breve para contar a los nietos de los jugadores locales. ¿Qué habría sucedido si en lugar del equipo colchonero el bombo hubiera señalado al Eibar, el Valladolid o, qué sé yo, el Elche por ejemplo?. Pues eso, nada. Ni historia que narrar. Pero esta es la realidad de la competición para la mayoría de los que vienen de abajo.

Para los de más arriba no igual, pero casi. ¿Qué se juega el Mallorca en Fuenlabrada la próxima semana?. Poco prestigio si gana, muy poco, a la espera de un Primera al que nadie podrá ir a ver en Son Moix. Y a seguir. ¿Para qué?. Solo le habrá costado dinero, el que únicamente proporcionaría la visita de uno de los dos o tres grandes, porque todos sabemos que no hay más, en caso de la posibilidad de abrir un taquillaje forzosamente clausurado.

A este torneo, más que campeonato o competición, no hay por donde cogerlo. Ahora, aun menos.