Una liga de locos
El panorama no invita al optimismo. Los aficionados, con carnet o sin, no pintan una regadera en ningún club; son meros clientes y si acaso, la coartada perfecta para escarbar en sus sentimientos hasta alcanzar su fibra sensible. La mayoría pica y traga. Por su parte tampoco tienen audiencia los entrenadores y sus ayudantes, los árbitros van de consentidos y los jugadores se ponen en manos de sindicatos que solamente velan por sus intereses económicos. En el último escalón del negocio, los clubs hacen equilibrios sobre el alambre de su precaria economía, algunos incluso caen y, desde luego, se someten al imperio regido desde la FIFA y la UEFA, además del resto de confederaciones. Allí es donde termina la pasta gansa.
El borreguismo de los seguidores únicamente se ve superado por el de la patronal, pero hay escalas intermedias ya descritas en el primer párrafo. No hay quién entienda que entre todos no se haya parado esta locura de liga que ya ha causado no pocas lesiones en un agosto saturado de partidos precedidos de escasos entrenamientos y en medio de altas temperaturas, con otra cita intersemanal, en este caso para el Mallorca, para que la Real Sociedad pueda cumplir con su trámite «uefo». Repasen, si les apetece, la lista de lesionados de cada equipo durante este mes inaugural, Oyarzábal con la Selección el último, que en absoluto es casual. De Bruyne, el futbolista belga del Manchester City, ya ha cargado contra las instituciones presididas por Infantino y Ceferin debido a la sobrecarga del calendario.
Nadie está preparado ni dispuesto a detener esta locura. La propia LFP española anda más preocupada y entregada a procurar tesorería a sus afiliados destinada a mejorar las infraestructuras de sus instalaciones. El negocio, o lo que sea, se sostiene a base de armónicos espúreos apartados de su verdadera esencia. Nuestro ejemplo más próximo, el del Mallorca, soslaya la dejación de funciones de su director deportivo, Pablo Ortells, al hacerse público el traspaso del jugador bético Rodri a un equipo árabe. Llegó tarde y sin dinero. Su co-equipier, Alfonso Díaz, está de gresca con los propietarios del Presuntuoso, ofendidos porque l’Ajuntament no concede licencia de discoteca al restaurante ubicado sobre el fondo norte del estadio de Son Moix que, supuestamente, les prometieron desde el club. Y no, no hay futuro por ese camino.
El periodista norteamericano Edward Murrow que inspiró la película de George Clooney «Buenas noches y buena suerte» en alusión a la despedida con la que cerraba su informativo de cada noche en la CBS, predijo que si la televisión dejaba de ser un medio poderoso para la difusión de la comunicación libre y sin censura, para derivar en un amasijo de cables y tecnología al servicio de un falso y colorido entretenimiento, no serviría para nada. Está en ello. Si aplicamos esta idea al fútbol, en cuanto el terreno de juego se convierta en un simple escenario a cuyo alrededor campe el mercadeo, las comisiones, las relaciones en los palcos, actividades comerciales diversas y el polvo de estrellas, estará a las puertas de su decadencia.