Una racha muy larga

No se invierte en el paso del tiempo, se gasta y nada más. Cada cual puede aprovecharlo como quiera y nos podemos entretener un día, una semana o más, reclamando ese hipotético penalti sobre Febas o el roce de la mano de Vezo en el postrer disparo de Take Kubo, pero no va a servir para nada. Sería más rentable profundizar en las causas de la pésima estadística del Mallorca como visitante, cuya mala fama comenzó la pasada temporada con sendas derrotas incluso en los play offs, Allbacete y Coruña, por no recordar las más sangrantes en feudos de equipos ya descendidos como el Córdoba o el Nastic.

El guión siempre es muy parecido: arranque impetuoso en busca de sorprender al anfitrión y encarar el partido con ventaja, que se diluye a medida que pasa el tiempo sin una reacción positiva en tanto en cuanto el marcador no se ponga en contra, como suele suceder. Después vienen los finales épicos con «ayes» y «uyes», (Leganés, Levante) con el cronómetro como enemigo. Muchas teorías, las que defienden que Budimir debería jugar más acompañado o aquellos que imputan a Salva Sevilla una ralentización del juego de contragolpe. Todas las opiniones son igualmente respetables, hasta las de los más legos en la materia.

¿Pero y si el problema no fuera el Mallorca?. Tal vez, y esto no es más que otra hipótesis personal, la incógnita se resuelva en función de planteamientos ajenos y no propios. Vicente Moreno no es partidario de cambiar sistema ni dibujo dentro y fuera, pero quizás lo que varía es la forma en que el contrario afronta cada lance. Los contrincantes que pisan Son Moix no se plantan en Palma con las mismas armas que en sus respectivos feudos. Aqui especulan más, barajan tiempo y marcador, pero ante sus aficiones se mueven con más decisión. Tal vez no se da esta dualidad en los bermellones, carencias aparte que también las hay.

Lo inexplicable siempre acaba desvelándose sea cual sea su causa y en el fútbol, créanme, no hay misterios.