Vergüenza y desapego

Considero vergonzoso que los dos clubs de fútbol más importantes de la isla, Mallorca y Atlético Baleares, no estén en manos de mallorquines. Es un fracaso social en toda regla por mucho que el capital extranjero haya desembarcado en más clubs españoles de los deseados por la mala cabeza de quienes los gestionaban. El del Barça es el penúltimo ejemplo y además amenaza con reincidencia sea cual sea el presidente elegido el próximo domingo.

Antonio Asensio Pizarro fue un mal menor. La mayoría de su consejo de administración estaba integrado por nativos, pintaran más o menos, así como su equipo de gestión tanto administrativo como deportivo. Luego y por razones diferentes que algún día saldrán a la luz en toda su extensión, Vicente Grande primero y Serra Ferrer después fueron literalmente masacrados por sus propios paisanos, llamemos les así. Sobre ambos se vertieron cientos de falsedades que, a fuerza de repetición, muchos quisieron transformar en verdad.

Salvando las distancias y el tamaño del club, veo que el alemán que compró las acciones del Atlétic prometió mucho y ha entregado poco. O nada. Me cuentan que alguno de sus consejeros externos le aconsejó que en lugar de gastar un cierto dinero cada año para cambiar desde el entrenador al último suplente, lo apostara todo al mismo número y al mismo tiempo, en una sola temporada. No sé si es un buen consejo, pero tampoco lo ha hecho. Entonces ¿qué ha hecho?. Si, remodelar el Estadio Balear a tono con la categoría en la que dormita el equipo y pedir medio millón de euros al Ajuntament de Palma para poder sembrar el césped.

Mi triste conclusión es lamentar con qué poco personas muy respetables, supongo, pero sin ningún abolengo mallorquinista o blanquiazul se han adueñado de ambos sentimientos con el único fin de usarlos a su propia conveniencia. Será lo que nos merecemos por ser como somos.