Víctima de si mismo

Carlo Ancelotti, este hombre tranquilo que se transforma en entrenador excitado, afirma que Vinicius es la víctima y el problema lo tiene el fútbol español. algo que escapa a su entendimiento. Si supiera quiénes son Luis Rubiales, presidente de la Federación, Javier Tebas, el de la Liga de Fútbol Profesional y Medina Cantalejo, jefe de los árbitros, empezaría a comprender ciertas cosas. Bastaría completar el cuadro con Florentino Pérez, según José María García el peor presidente que ha tenido el Real Madrid, y Joan Laporta, que se retrata cada día a si mismo aunque ponga la foto en un mural de la Castellana o la Puerta del Sol.

Pregúntese porque no hay ningún altercado con Militao, Rudiger, Alaba, Tchouameny, Mendy, Kamavinga o Rodrigo ni dentro ni fuera de campo alguno de primera división. Creo que no me dejo o nadie. Y podríamos seguir con el resto de futbolistas de otros clubs. Pero estoy de acuerdo, Vinicius es la víctima, pero de si mismo y de quienes por una parte le amparan y por la otra le revisten de un aura de intocable, que tampoco debe hacer mucha gracia en el conjunto del vestuario, ignorando la máxima de una figura tan señera y venerada en el Santiago Bernabéu como Alfredo Di Stéfano, la Saeta Rubia: «Ningún jugador es tan bueno como todos juntos».  En Son Moix se olvidaron de ello, tanto desde el banquillo como sus propios compañeros. El, por supuesto, no lo sabe.

Lamento, porque no me sorprende en absoluto, que el colectivo arbitral no se haya rebelado ya muy seriamente en protesta por la agobiante e incesante presión que desde los despachos oficiales se ejerce sobre ellos. Como en todas las profesiones los hay buenos y malos, pero es tan ominoso como injusto mantener les en el ojo del huracán que sopla con fuerza en cuanto son nominados para dirigir un encuentro del Madrid o del Barça. Una responsabilidad más en el debe de los medios, reforzados en las redes sociales. O, mejor dicho, al revés.

Datos, salvo fallos de memoria o apuntes. ¿10 faltas?, vale. De Maffeo, 3 y de Raillo, 1. Suponiendo que todas estuvieran bien señaladas, «piscinazos» incluidos. Punto final y con la música mediática a otra parte.