¡Vivan la Copa y la pepa!

¡Esta noche hay una…plas, plas, plas, plas……fiesta!, ¡vamos todos a la….plas,plas,plas,plas….. fiesta! la Copa va a empezar, la noche acabará, el dia llegará y el Celta también vendrá a nuestra…..¡fiesta!. Un buen «cover» de la canción con la que Els Valldemossa estuvieron a punto de representar a España en Eurovisión allá en el año 1970. Pero si, mientras los de Rafa Benítez han dado alcance al Mallorca en la tabla y el Cádiz, ya no digo el Granada, le ha recortado otro punto y ya solo está a tres, aquí todo el mundo se apunta a la fiesta por un día.

El director de fútbol, Pablo Ortells, fichó a un jugador, Radonjic, en el último suspiro del último día de mercado y el financiero, Alfonso Diaz, el rey de las cerchas, externalizó la asesoría jurídica del club para, entre ambos, olvidarse de que el «refuerzo» venía sin la documentación en regla y, claro, el sábado y el domingo les pilló con las ventanillas cerradas. ¡Viva la pepa!.

Ambos funcionarios, ignorantes de quiénes fueron los Estarás pero no de dónde se come bien en Valldemossa, igual que Aguirre, son el más vivo ejemplo del inexistente nivel de exigencia que reina en el club. Ni diligencia en las alturas, ni intensidad, inspiración, alternativas y creatividad en el terreno de juego. Pero ¡viva la Copa!, una eficaz cortina de humo para ocultar la desidia enterrada ante el Girona que nos rescató de la tanda de penaltis soslayada en Tenerife merced a un gol de Larin, otro gran fichaje con los papeles en regla pero en un estado físico lamentable,  en la última jugada del encuentro.

En fin, para esto sirven las copas: beber y olvidar.