Vivir después de los 40
Salvo las cotas alcanzadas con Serra Ferrer, Héctor Cúper, Luis Aragonés y Gregorio Manzano, la mayor parte de las temporadas del Mallorca en Primera han sido, digamos, convulsas. O sea, moviéndose de media tabla hacia abajo o luchando para evitar el descenso unas veces con éxito y otras sin él.
De estos cursos no siempre aprobados aprendió la asignatura que se llama «convivir con el peligro» que, aseguran los expertos, es una condición indispensable para salir a tiempo de este último vagón. Por fortuna ahora mismo no se encuentra en esta tesitura sino en otra para la que probablemente no está tan preparado. Habrá que verlo.
Llegar a los 40 puntos, justo en el ecuador de la clasificación, sin frío ni calor, con la convicción de la lejanía de Segunda y, al mismo tiempo, el despertar del sueño de poder luchar por una competición europea, coquetea con la comodidad de la relajación, no digo dejadez, que te invade al sentir cumplido el objetivo principal.
En este momento es cuando Muriqi se ha puesto a hablar de su renovación, Abdón y Antonio Sánchez de sus reivindicaciones, Greif y Leo Román de sus expectativas, Maffeo del filtrado interés de una supuesta llamada del Betis, Larin de su cambio de aires dentro de ocho jornadas, conversaciones propias del 30 de junio que trascienden en plena competición.
La papeleta se la come Arrasate que tendrá que lidiar con un equipo plagado de bajas -Robert Navarro, Morlanes, Asano y el kosovar- además de lo que pueda venir en forma de sanciones o nuevas lesiones pero, por si fuera poco, encontrar la manera de motivar, convencer, persuadir al resto del vestuario de que esto no ha terminado y extraer de cada jugador y de todos en conjunto el espíritu de superar no solamente al contrincante sino a si mismos, aunque las fuerzas ya no respondan igual que hace medio año.