Y sin embargo se mueve

Ya leyeron en este blog el lío que se ha organizado en la Premier League a raíz de la venta del Newcastle a un fondo de inversión árabe. Esto no ha hecho más que empezar. Si más de la mitad de los clubs se plantean un boicot generalizado para que las nuevas «Urracas» no puedan fichar a ninguno de los jugadores del resto de equipos en el mercado de enero, ahora el presidente de la patronal británica del fútbol, Gary Hoffman, el equivalente del Javier Tebas español, evitemos las comparaciones, anuncia su dimisión por haber autorizado la operación sin informar antes a los integrantes de la ascociación que preside en tiempo y forma. O sea, más bien un cese ya que son los propios interesados quienes exigen su salida.

El citado solo llevaba un año y medio en el cargo con un currículum que supera con creces el del primer ejecutivo de la Liga de Fútbol Profesional. De nada le ha valido. Aquí vale todo. Y si no que pregunten qué información previa hubo antes de las ventas del Mallorca, sin ir más lejos, el Granada, el Valencia o el Espanyol, por citar solamente algunos ejemplos. O qué pasó para que Robert Sarver y sus socios terminaran aterrizando en Palma después de ser rechazados en Getafe y en el Levante. Por no hablar de los incesantes movimientos y fórmulas para que el Barça de Laporta pueda fichar sin rebasar el límite salarial asignado.

España es diferente. Eso dicen o decían. También dijeron que fue la reserva espiritual de Occidente, si con O no con A. Pero el ejemplo inglés invita a pensar que no estamos ante un caso puntual y aislado. Como afirmó en voz baja Galileo Galilei, según la historia o la leyenda, tras ser forzado por la Inquisición, dejemos lo de Santa, a renegar de sus creencias, «Eppur si muove» («y sin embargo se mueve») en referencia a que quisieran o no la Tierra se mueve alrededor del Sol. Pues si, les guste o no, el magma se cuece y la lava asomará en algún momento por la boca del volcán en que los Infantini, Ceferin, Florentino, Agnelli y compañía han convertido el fútbol a su medida y no a la del aficionado que, sin duda, lo mantiene.